Heridas de guerra

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Hace dos meses y pese a las bajas temperaturas continuamos entrenando. Es ahí cuando más trabajo cuesta salir y ponerse los tenis para correr en el frío. Cuando sentía que por fin lograba sobreponerme, me lesioné la rodilla derecha.

No podía siquiera apoyar la pierna, el bajar escaleras me dolía, me sentía triste, el clima gris no ayudaba y yo no terminaba de comprender el por qué.

Siempre he defendido mi salud ante todo y me dije que si correr representaba un riesgo lo dejaría, aunque en el fondo deseaba que no fuera así, no después de lo que me había costado disfrutarlo.

Aunque el dolor de la lesión iba cediendo, éste reaparecía cuando volvía a correr.  Fui al médico, me revisó y me prescribió una resonancia magnética (horror :( ) para descartar cualquier anomalía.

Personalmente los dramas son algo que no se me da, pero tengo que reconocer que me sentía muy vulnerable. Comprendí y agradecí todo lo que mi cuerpo hace a diario por mí, mis piernas son mi vehículo, me transportan y -me soportan-.

Cookies siempre estuvo ahí para darme ánimos, aún cuando yo sentía un miedo bárbaro de volver a correr pues no quería volver a experimentar aquel dolor. Desde principios de año nos habíamos inscrito a algunas carreras y yo tenía la incertidumbre de saber si podría cumplir con ellas, por lo cual sigo entrenando poco a poco.

Ayer tuvimos un 10 Km y no sólo lo terminé sino que mejoré mi tiempo.

Con esto quiero decir que las lesiones son un riesgo inevitable al enfrentar un desafío. No sólo en el deporte sino en la vida, siempre existe riesgo al emprender algo nuevo.

Hacerle al valiente y caer en la auto-compasión son los extremos a evitar. Uno debe utilizar su inteligencia y sentido común para medir sus PROPIOS riesgos, no a partir de lo que le haya sucedido a alguien más, no infiriendo sin fundamentos sino situándose en un escenario PROPIO (asesorándose profesionalmente de ser necesario) y a partir de ello hacer una auto-evaluación realista.

No voy a decir que después de esta carrera estoy como si nada, sé que tengo que seguir fortaleciendo mis rodillas y… de paso, curarme el pequeño «regalito» que me quedó después del 10 Km de ayer :) Aunque sé que hoy soy más fuerte que antes.

Heridas de guerra

We did it!

Bonito camino,

Meg


El primer paso es ponerse los tenis – Segunda parte

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Los dos principios básicos:

1. El adoptar un nuevo hábito exige, casi siempre, mayor esfuerzo al inicio.

Al principio habrá que armarse de voluntad y establecer una rutina. Es común que al empezar, ante el más mínimo –INSERTE AQUÍ EL PRETEXTO- (compromiso repentino, exceso de trabajo, signo de cansancio, condición climatológica, cambio de ánimo,  etc.) uno se diga a sí mismo “Hoy no voy, mejor mañana”.  Es por eso que, se debe respetar el espacio de tiempo que se haya decidido dedicar al entrenamiento y defenderlo cual si fuera tan importante como ir a la escuela o al trabajo.

2. La motivación sin un plan de acciones no es nada y se extingue rápidamente.

Para evitar que todo quede sólo en buenas intenciones es recomendable trazar un plan de entrenamiento o determinar los horarios y los días en los que se correrá. Es importante ser realista. También es interesante preguntarse a sí mismo la razón por la cual se está tomando la decisión de empezar a correr. Qué nos impulsa? El tener un hobbie, el des-estresarse, el mejorar la salud, el perder peso, etc. Es bastante positivo identificar los motivos para tenerlos siempre presentes, sobre todo en los momentos de debilidad.

Para correr lo único que hace falta es determinación…

A casi dos meses del 10Km Paris Centre, establecimos un planning con entrenamientos de 3 veces por semana que exigía: dormir temprano para levantarse a correr, reducir el consumo de alcohol y quesos, y en Francia: ça c’est dur!. La estoica decisión impactó “ligeramente” nuestra vida social (pero eso ya es harina de otro costal). Como lo he mencionado ya, el entrenar exige principalmente de constancia y fuerza de voluntad.

Debo confesar que al principio, mi cuerpo tenía algo así como una señal de alarma en cuanto detectaba haber cumplido con los reglamentarios “2Km” que solía hacer antes. Automáticamente después de pasada ésta recta, mi cuerpecito empezaba a indicarme «que ya no quería correr» a través de la fatiga, el pulso acelerado, el mal genio,  oponiendo resistencia. La primera vez que hice 4Km sin detenerme y en intervalos estaba furiosa y terminé regañando a Cookies quien la hace de mi Coach.

En un inicio me costaba trabajo salir a correr, pretextos nunca faltarán, pero debo decir que el hacer ejercicio en pareja ayuda a que, cuando alguno de los dos piensa en declinar, el otro la hace de contra-peso motivador.

Me gustaría mencionar que, pasadas 3 semanas de entrenamiento constante, comencé a sentir un compromiso con mi rutina personal de entrenamiento. Posteriormente, sola o acompañada, empecé a disfrutar el simple hecho de correr. Comencé a poner atención a mi respiración, a descubrir por dónde me gustaba más correr, a qué hora, qué tipo de música me estimulaba verdaderamente y he aquí lo fundamental: me di cuenta de que, cuando mi cuerpo estaba por alcanzar el umbral del cansancio de los 2 ô 5Km (cuando yo sentía que ya no podía más) bastaba sólo con continuar corriendo para sentirme mejor. Así es, el secreto está en NO detenerse. Uno puede reducir la velocidad y respirar más profundamente pero la clave es: NO PARES – SIGUE SIGUE- .

Faltaría decir que corrí el 10Km Paris Centre en 1h03 (y no lo terminé en «3 horas y caminando» como pensaba). Me divertí mucho, durante los entrenamientos y «el gran día». Nunca me imaginé que mi primera carrera sería un 10 Km (y mucho menos en Paris) pero creo que lo que esta experiencia prueba es que es posible lograr una meta si se trabaja duro en ella y sobre todo: cuando se disfruta el camino.

Pasada la carrera sigo entrenando, el desafío ahora es hacerlo pese al #frío, #lluvia, #viento, #invierno… pero la verdad es que desde que descubrí que soy una #runner no puedo parar y no voy a parar.

Meg

Cookies y yo

 

Amigos mexicanos en el 10Km Paris Centre