Por @helenistica
Avanzo en el desierto de la noche
sola con mis tres caballos.
La calma reina, los minutos pasan y la luna distante
descansar aconseja a los caminantes.
El caballo de mi mente no obedece,
le gusta sin rumbo galopar,
perderse en senderos extraños,
el tiempo no sabe interpretar.
Mi segundo caballo lo sigue sin dudar,
lo llamo “Corazón” pues alegre es
y con él no se puede razonar.
Anda noblemente y no cuestiona,
aunque el miedo nos persiga jamás me abandona.
Cuerpo es el más viejo de los tres,
los años lo han hecho sensato.
Se resiste a avanzar y dormir quiere,
pero con los otros por delante
no le queda más que seguir el trote.
Y ahí van los tres a galope,
llevándome por inciertos y desconocidos caminos,
los minutos se han hecho horas
sin llegar a nuestro destino.
El cansancio a vencernos comienza
y la marcha cada vez se torna más lenta.
Con los colores del amanecer en el horizonte
detenerse finalmente han decidido,
más no he sabido en qué momento
pues a mí el sueño ya me ha vencido.
Nocturno camino
@helenistica