El camino de las nubes

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Con mucha frecuencia suelo olvidar cuanto disfrutaba de niña el estar tumbada con los ojos en el cielo para contemplar las nubes. Aun ahora me sigue gustando el contraste entre el azul límpido y el blanco vaporoso que las caracteriza.

Es un placer para mis sentidos el verlas desfilar, una por una, trayendo consigo nuevas y caprichosas formas de extensión desparramada.

Siempre me ha intrigado tocarlas, ¿serán suaves como morder un pedazo de mozarela fresco, chiclosas como un algodón de azúcar o airosas y delicadas como probar la crema chantilly?

Es paradójico que el mirarlas en lo alto me devuelva los pies a la tierra. Es increíble cómo el contemplar la inmensidad del cielo abierto me permita reconectar con mi interior.

Probablemente mis palabras no describan con la fidelidad de una cámara o la elegancia de un pincel lo que mis ojos ven este medio día. Sin embargo, lo importante es el saber que detenerme a contemplar las nubes me devuelve la paz y la vida.

Estoy de regreso, tal vez nunca me fui. :)

Meg


Compañeros de trayecto

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Inapercibidos pasan para muchos… cada uno absorto en lo suyo.

Con los ojos bien fijos en cualquier libro, que de sólo verles devorar dan ganas de leer también.

Caras largas o redondas, marcadas por el paso de los años o por el de la almohada.

Ojeras de más o de menos, confiesan sin engaños los excesos de una noche, una vida o de una mala jugada de la genética.

Unos van deslizando ágilmente los dedos sobre sus pantallas, como si sus veloces movimientos les fueran a permitir llegar más rapidamente a su destino.

Otros llevan la mirada bien fija en algún punto, y cual monjes tibetanos, permanecen inmunes a las distracciones del mundo exterior.

Yo tengo bien identificados a los míos : El hombre de corbata y cabello sujeto en una cola de caballo; la mujer de grandes dimensiones vestida siempre con ropa deportiva; la dama mayor cuya pulcritud en el vestir, pese a toda condición climatológica, me deja perpleja.

Desconozco si en una urbe tan grande como ésta, sólo yo presto atención a mis compañeros de trayecto e imagino las historias que les acompañan.

Me pregunto si ellos me reconocerán a mi también. Probablemente no me he enterado aún y tal vez, sólo tal vez, en el bajo mundo del metro parisino ya se me conoce como «Madame au sac à dos rosé festif».

Observador camino,

@helenistica


Regalos de vida

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Para celebrar mi entrada en la tercera década de vida pasé algún tiempo pensando en cuál sería el mejor regalo a hacerme a mí misma.

Soy algo romántica con la idea de inaugurar etapas 😛 Para mí, cerrar los veintes para dar paso a los treintas es un motivo digno de celebración y me puedo pasar el año entero festejando.

Aunque queden un montón de sueños por cumplir, y más vale que siempre los haya, me gusta pensar que he entrado en el tercer piso sintiéndome en mi mejor forma, física y mental (pese a todos los asuntos en curso de resolución :) ).

Creo he aprendido a aceptar y amar mi cuerpo tal cual es. No sabría decir si esto es gracias a la sabiduría que trae consigo la edad (si es que esto existe) o la madurez que me ha dejado el vivir lejos de México, de mi familia de origen y el rollo del entorno conocido. Lo cierto es que siento que, entre las vueltas que da la vida, he tenido espacio para conocerme mejor, cambiar hábitos y apreciar algunos de los detalles simples pero importantes que la conforman.

En este, mi año número 30, quería hacerme a mi misma un regalo simbólico que no hubiera recibido jamás.

Deseaba algo que me proporcionara cierta adrenalina, que me recordara siempre la juventud y la locura, que fuera significativo pero sin rayar en lo banal. De adolescente pensé alguna vez en lanzarme en paracaídas, después me pasó por la cabeza la idea de viajar a mi destino soñado o hacerme tatuaje…  pero nada de esto terminaba de convencerme.

Yo buscaba algo que no fuera fácil de tener y que no necesariamente pudiera comprarse con dinero.

Fue entonces cuando casi sin querer, vino instalándose poco a poco en la mente la idea de correr un 20km para celebrar la vida. Muchos pensarán que correr un 20km es un paso inevitable para alguien que lleva corriendo 4 años forzadamente regularmente, con distancias máximas de 10km pero no es así.

El running es una disciplina que cada quien decide llevar hasta donde le place. Y para alguien como yo, que como he compartido en ocasiones, pasó 25 años de su vida creyendo que tenía nulo talento para los deportes, quien detestaba sudar y realizar cualquier esfuerzo (y se asustaba al mínimo dolorcito que pudiera manifestarse en su cuerpo), para alguien así, el decidir correr 20km es algo que no solamente cuesta sino que también exige cierto compromiso.

A nivel running, los entrados en estos menesteres no me dejarán mentir que 20km es una distancia que se prepara. Quienes hemos hecho carreras de 5, 10 ó 15km sabemos lo que es ir avanzando durante una carrera y ver cómo se van quedando algunos en el camino.

Y no es que yo quisiera terminar la carrera en un tiempo record pero sí tenía bien claro que, salvo por alguna lesión durante el trayecto que me dejara tirada en el suelo, no me permitiría a mi misma caminar durante la carrera, no señor.

Aquellos que entrenan distancias superiores a los 10km sabrán que los 20km implican algo de resistencia, y que por lo cual conviene preparar poco a poco al cuerpo para el desgaste (plantas y dedos de los pies, rodillas, etc.). Una carrera de 20km implica saber administrar recursos como la energía y la hidratación. El running es un acto que requiere de escuchar al cuerpo, oh sí.

Yo no soy experta pero suelo decir a mis amigos y familiares que para mí, correr es parecido a conducir un auto estándar…

Es tanta la atención que se presta al cuerpo que este se convierte en un noble vehículo que va indicando por si mismo qué paso hay que llevar. Preparar un 20km implica escucharse a si mismo durante un rato, identificar los dolores, la sed, el cansancio, las bajas de glucosa para justamente evitar que lleguen durante la carrera, poniendo remedio antes de que se presenten.

Bueno, pues todo esto yo lo aprendí durante mi preparación de los 20km que correría para celebrar mis 30 años de vida, nada más y nada menos que en la ciudad de Paris.

Acompañada por Cookies, mi compañero de aventuras 😛 , pasamos gran parte del verano realizando carreras largas y otro poco de intervalos. Llevar una alimentación de calidad, un ritmo adecuado de sueño y el realizar otra actividad cardiovascular complementaria para fortalecer piernas y rodillas no está demás.

Los motivos de cada corredor son valiosos y muy personales, no importa cuales estos sean. Lo cierto es que estos deben ser lo suficientemente fuertes para hacernos cambiar la comodidad de las pantuflas por el movimiento de unos tenis saltarines…

Así que, con el paso de las semanas continuamos gustosamente los entrenamientos, cuidando prevenir cualquier lesión muscular (o mal paso) yo bastante ilusionada con la idea de regalarme esos 20km.

Sin embargo y como suele suceder con las historias que merecen la pena de ser contadas 😉 debido a un par de excesos… a una semana y media del gran día, agarré un bicho virus que el médico diagnosticó como faringitis. Con temperatura, dolores musculares y flemas de todos colores, tuve que pasar 5 días encerrada en mi casa sin salir ni a la panadería de enfrente, literal.

A una semana del 20km de Paris teníamos los 10kms de Nike Paris-Centre, una carrera que Cookies y yo llevamos 3 años corriendo de manera consecutiva y que sería el trámite preparatorio antes de los 20km. Anda la osa (¡!) … fue muy desmoralizante para mí tomar la decisión de no correr esos 10km :(

Sin embargo aprendí que para ganar una guerra es importante seleccionar cuidadosamente las batallas que se van a pelear.

En mi caso yo tenía que dejar pasar esta para poder estar en condiciones para el domingo siguiente. Con los ojos inflamados de llorar y creo debido al polvo (anécdota local), al día siguiente  de la carrera que no corrí, mis ojos amanecieron de un rojo vampiro que me duró como 4 días, más salada imposible :(

Y pues bien, pese a los nervios, las expectativas y a las pequeñas piedritas en el camino, que no hicieron otra cosa que darme más cuerda 😉 el domingo 11 de octubre de 2015 corrí mis primeros 20km contenta y hecha una fiera :) :) ). No por haberlo hecho en un tiempo récord (los hice en 2h06’17”) sino porque esta carrera me permitió descubrir mi lado salvaje, confirmar mi tenacidad y agradecer una vez más a mi cuerpo el llevarme por caminos que nunca hubiese podido imaginar.

¡Celebremos la vida!

@helenistica

20km de Paris - Fiera

20km_de_Paris - Echando lámina

2015-10-11 18.47.08

 


Ser leal contigo mismo

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“Sólo la olla sabe lo que trae dentro” se dice por ahí. Y es que en ocasiones, la imagen que proyectamos de nosotros mismos puede no reflejar completamente cómo andamos en el interior. ¿Qué impresión tendríamos de nuestra vida (o alma) si pudiéramos verla materializada en una persona?

Acabo de terminar de leer “Una cita con mi vida” (Cecila Ahern, 2011) y sin más trámite, me gustó.

Una cita con mi vida

No voy a entrar en detalles acerca de la trama para no eliminar el suspenso de la historia 😛 pero puedo decir que es una lectura agradable, ligera y divertida, muy al estilo chiklit. 😉

Al ir leyendo esta novela me vinieron a la mente  El Retrato de Dorian Gray (Oscar Wilde, 1890) y la película Amor Ciego (Shallow hal, 2001), eso sí con bastante crema batida y chocochips 😛

La trama parte de la idea sobre lo que pasaría si nuestra vida (alma, autoestima, niño interior, o cómo queramos llamarle) se viera plasmada en otra persona. Qué pasaría si tu vida te contactara para reunirse contigo.

Si esto fuera real,  ¿cómo sería el personaje de “TU vida”?, ¿te agradaría, te sería indiferente o te causaría repudio? ¿te enamorarías de el/ella? ¿tu vida sería chula?, ¿qué te diría?

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Y es que en ese ser veríamos reflejado el impacto de las acciones y pensamientos que llevamos a cabo todos los días (y no me refiero a las desveladas, comida chatarra o ejercicio). El personaje de TU vida se pondría triste o decaído cada vez que te obligas a hacer algo que en el fondo sabes que no te gusta. Se vería “despampanante”, cool, divertid@, guap@, radiante al hacer lo que te verdaderamente te llena y apasiona. :)

Muchas preguntas me vinieron a la mente:  ¿refleja nuestro cuerpo cómo andan nuestras emociones internas?, ¿serán las diferentes áreas de nuestra vida un espejo de cómo andamos interiormente?, ¿por qué a veces se puede llegar a tener más consideración por alguien ajeno que por uno mismo?, ¿por qué no solemos poner el mismo cuidado en los detalles para nosotros mismos como lo hacemos para otras personas? :(

¡Ah!, definitivamente nos la pensaríamos dos veces si, al hacer algo en contra de nosotros mismos (que seguro justificamos con un «no pasa nada») creyéramos que le estamos haciendo daño a otra persona… Si se tratara de alguien más probablemente nos frenaríamos un poco. Sin embargo, ¡oh sorpresa!, de tener más consideración con -nuestra «otra» mitad- estaríamos en realidad siendo justos con nosotros mismos, dándole a nuestra propia vida el mejor lugar y trato :).

Como dice Facundo Cabral: «Dios te puso un ser humano a cargo y eres tu mismo»

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Sabio camino,

@helenistica


Workaholic ¿qué tanto es tantito?

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Empiezas comiendo cualquier cosa en el escritorio porque no tienes tiempo para salir a almorzar, porque hay que acabar algo que te dicen (o te dices) es urgente. [¿Acaso no será que tienes que ejercitar tu capacidad para decir NO?].

Algunas de tus jornadas (o la gran parte de ellas) terminas “unos minutos” más tarde de la hora de salida oficial. No tienes tiempo para una pausa, para un café, te aguantas las ganas de ir al baño por responder ese mail o contestar esa llamada de último momento, la empresa podría irse a la bancarrota sin tu valiosa intervención […egocentrismo puro]. Continúas cruzando cada límite permisible justificando que sólo es una temporada, el cierre del trimestre o del mes, una semana pesada, un día caótico.

Y en un principio, regresas a casa sientiéndote el héroe del día, satisfech@ de haber exterminado todos o la mayor parte de los pendientes [inserte más ego aquí por favor]. Te sientes  victorios@  por haber sabido agarrar al toro por los cuernos y al llegar con los tuyos les detallas cada faena con pasión y ellos celebran cada historia porque les gusta ver el brillo en tus ojos al contar tus aventuras. [Aceptable por un tiempo pero, ¿no es cansado y aburrido convivir con alguien que no puede hablar de otra cosa más que de trabajo o cuyo bienestar emocional depende de si le salieron o no las cosas en la chamba?].

Es imposible llevar un ritmo así por un periodo prolongado sin que algo truene, incluido un@ mism@.

El agotamiento tarde que temprano se manifiesta en desgaste físico, mental o de relaciones. Si en el corto plazo no se cae en un burnout*, a la larga por priorizar el trabajo se descuidan otros aspectos como la salud, a tal grado que tiempo después suelen con frecuencia descubrirse enfermedades silenciosas degenerativas que ya van por lo general muy avanzadas [consecuencia de los buenos hábitos que jamás nos dimos a la tarea de practicar].

No cabe duda que ser workaholic está de moda, proporciona status para ciertas personas  y es bastante tolerado en sociedades como la mexicana. Trabajar mucho o ser muy trabajador es un atributo positivo lejos de ser considerado una amenaza. Sin embargo  es una adicción si no sabes cuándo detenerte, si no respetas tus propias necesidades básicas, si no sabes hablar de otra cosa más que de trabajo, si no te enteras de lo que pasa afuera de tu burbuja,  si tienes la impresión de vivir demasiado rápido.

Como toda droga, no se puede negar lo bien que hace sentir. Dicen por ahí que el trabajo es la distracción más hermosa de todas, sin embargo, cuando se lleva al extremo, puede distraernos de nosotros mismos y en algunos casos se termina tan extraviado, que es difícil encontrar el camino de regreso a nuestro centro. No esperes a que te pase.

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 *Burnout : Síndrome que se manifiesta como respuesta del organismo al estrés crónico laboral, 40% de los mexicanos padecieron alguno de sus síntomas en 2014. 

¡Buen camino!

@helenistica


Libérate de la ansiedad – Facundo Cabral

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Como los budistas, sé que la palabra no es el hecho.

Si digo «manzana» no es la maravilla innombrable que enamora el verano, si digo árbol apenas me acerco a lo que saben las aves, el caballo siempre fue y será lo que es sin saber que así lo nombro.

Sé que la palabra no es el hecho, pero sí sé que un día mi padre bajó de la montaña y dijo unas palabras al oído de mi madre, y la incendió de tal manera que hasta aquí he llegado yo, continuando el poema que mi padre comenzó con algunas palabras.

Nacemos para encontrarnos (la vida es el arte del encuentro), encontrarnos para confirmar que la humanidad es una sola familia y que habitamos un país llamado Tierra. Somos hijos del amor, por lo tanto nacemos para la felicidad (fuera de la felicidad son todos pretextos), y debemos ser felices también por nuestros hijos, porque no hay nada mejor que recordar padres felices.

Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la Tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo.

Además, el universo siempre está dispuesto a complacernos, por eso estamos rodeados de buenas noticias. Cada mañana es una buena noticia. Cada niño que nace es una buena noticia, cada cantor es una buena noticia, porque cada cantor es un soldado menos, por eso hay que cuidarse del que no canta, porque algo esconde. Eso lo aprendí de mi madre que fue la primera buena noticia que conocí. Se llamaba Sara y nunca pudo ser inteligente porque cada vez que estaba por aprender algo, llegaba la felicidad y la distraía, nunca usó agenda porque sólo hacía lo que amaba, y eso se lo recordaba el corazón. Se dedicó a vivir y no le quedaba tiempo para hacer otra cosa.

De mi madre también aprendí que nunca es tarde, que siempre se puede empezar de nuevo, ahora mismo, le puedes decir basta a la mujer (ó al hombre) que ya no amas, al trabajo que odias, a las cosas que te encadenan, a la tarjeta de crédito, a los noticieros que te envenenan desde la mañana, a los que quieren dirigir tu vida, ahora mismo le puedes decir basta al miedo que heredaste, porque la vida es aquí y ahora mismo.

Me he transformado en un hombre libre (como debe ser), es decir que mi vida se ha transformado en una fiesta que vivo, en todo el mundo, desde la austeridad del frío patagónico a la lujuria del Caribe, desde la lúcida locura de Manhattan al misterio que enriquece a la India, donde la Madre Teresa sabe que debemos dar hasta que duela.

Caminando comprobé que nos vamos encontrando con el otro, lenta, misteriosa, sensualmente, porque lo que teje esta red revolucionaria es la poesía. Ella nos lleva de la mano y debajo de la luna, hasta los últimos rincones del mundo, donde nos espera el compinche, uno más, el que continúa la línea que será un círculo que abarcará el planeta. Esta es la revolución fundamental, el revolucionarse constantemente para armonizar con la vida, que es cambio permanente, por eso nos vamos encontrando fatalmente para iluminar cada rincón.

Que nada te distraiga de ti mismo, debes estar atento porque todavía no gozaste la más grande alegría ni sufriste el más grande dolor. Vacía la copa cada noche para que Dios te la llene de agua nueva en el nuevo día. Vive de instante en instante porque eso es la vida.

Me costó 57 años llegar hasta aquí, ¿cómo no gozar y respetar este momento? Se gana y se pierde, se sube y se baja, se nace y se muere. Y si la historia es tan simple, ¿porqué te preocupas tanto?. No te sientas aparte y olvidado, todos somos la sal de la Tierra. En la tranquilidad hay salud, como plenitud dentro de uno.

Perdónate, acéptate, reconócete y ámate, recuerda que tienes que vivir contigo mismo por la eternidad, borra el pasado para no repetirlo, para no abandonar como tu padre, para no desanimarte como tu madre, para no tratarte como te trataron ellos, pero no los culpes porque nadie puede enseñar lo que no sabe, perdónalos y te liberarás de esas cadenas.

Si estás atento al presente, el pasado no te distraerá, entonces serás siempre nuevo.

Tienes el poder para ser libre en este mismo momento, el poder está siempre en el presente porque toda la vida está en cada instante, pero no digas no puedo ni en broma porque el inconsciente no tiene sentido de humor, lo tomará en serio y te lo recordará cada vez que lo intentes. Si quieres recuperar la salud abandona la crítica, el resentimiento y la culpa, responsables de nuestras enfermedades. Perdona a todos y perdónate, no hay liberación más grande que el perdón, no hay nada como vivir sin enemigos. Nada peor para la cabeza y por lo tanto para el cuerpo, que el miedo, la culpa, el resentimiento y la crítica que te hace juez (agotadora y vana tarea) y cómplice de lo que te disgusta. Culpar a los demás es no aceptar la responsabilidad de nuestra vida, es distraerse de ella. El bien y el mal viven dentro de tí, alimenta más al bien para que sea el vencedor cada vez que tengan que enfrentarse.

Lo que llamamos problemas son lecciones, por eso nada de lo que nos sucede es en vano. No te quejes, recuerda que naciste desnudo, entonces ese pantalón y esa camisa que llevas ya son ganancia. Cuida el presente porque en él vivirás el resto de tu vida.

Libérate de la ansiedad, piensa que lo que debe ser será, y sucederá naturalmente.



No era penal… en el futbol como en la vida

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No era penal

Yo, como muchos, soy apasionada del futbol: lo disfruto, me gusta, me enajena. Lo he seguido desde que era pequeña y creo firmemente que ese noble deporte puede enseñar hasta lecciones de vida.

Tomo como ejemplo el acontecimiento que, a pesar de haber sucedido hace algunos días ya, no deja de circular en redes sociales, mostrando la conmoción de los mexicanos futboleros quiénes todavía nos estremecemos (entiéndase: lagrimita que corre, suspiro inesperado, apachurro en el pecho, y otros derivados) cada vez que recordamos el inexistente penal marcado a favor de Holanda, al minuto 2 del tiempo adicional, cuando íbamos empatados 1-1 y nuestra selección había sido (debo decir) por mucho superior a la escuadra naranja.

Sí, lo sé, duele recordar el clavado de Robben (Teatrero: si llegas a leer éste post, recuerda que hay un Dios que todo lo ve). Sí, la selección mexicana era una combinación de talento, experiencia, hambre y una característica nunca antes vista en nuestra historia: trabajo de equipo. Sí, esa misma selección fue preparada en tiempo record, Miguel Herrera hizo maravillas, Guillermo Ochoa se consagró en el mundial como “el impenetrable muro azteca” en la portería, tuvimos una defensa de hierro que no permitió marcar a Brasil en su casa (“ni con chochos” como diríamos en mi rancho) y un equipo que no dependía de figuras para demostrar. No sé qué me duele más, si el progreso demostrado en tan corto tiempo o que fue el último mundial de Rafa Márquez (pues ya lleva 4 disputados)… No cabe duda de que hay ocasiones especiales en las que las estrellas se alinean de manera perfecta, una sola vez y la oportunidad es única: la tomas o la dejas.

Pero ya, dejándome de culpas al árbitro, a Robben y a la FIFA, me propongo hacer un paralelo entre lo que le sucedió al TRI  y lo que vivimos en la cancha de la vida. Porque así es, muchas veces culpamos al destino, a la mala suerte, a la voluntad de Dios de nuestros males.

Factores externos y desventajas siempre existirán: envidias, preferencias, circunstancias desfavorables, etc. pero si nosotros, somos contundentes y no dejamos lugar a dudas, deben ser otros los resultados.

Cualquiera puede desanimarse ante los obstáculos y sentirse víctima. No juzgo pues hay pruebas muy duras pero no es la única opción, es sólo –conformarse- para vivir de recuerdos. Si se quiere hacer historia hay que armarse de determinación y seguir adelante aunque el miedo apriete, aunque el panorama sea incierto, aunque todos los pronósticos sean en contra, aunque el cansancio pese, aunque otras personas lo hayan intentado antes… quizás sin lograrlo. Echarse para atrás no es la respuesta si se quiere hacer historia. Si en el fútbol los partidos se ganan con goles, en la vida se ganan con resultados. Cada quién, a su escala, lucha sus pequeñas-grandes batallas. Siempre habrá momentos determinantes en el camino, en los que aunque tiemblen las piernas y la situación imponga, haya que demostrar más, esforzarse más, para poder definir a nuestro favor el rumbo de nuestra historia.

Hoy por hoy, no tengo nada que reclamarle a esta, mi selección. Al contrario, me han inspirado a tratar de ser excelente en momentos de incertidumbre. A ECHAR GOLES “para callar todas las malditas dudas” como dicen por ahí.

A seguir caminando,

Helenistica

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No te rindas – Mario Benedetti

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No te rindas, aún estás a tiempo

De alcanzar y comenzar de nuevo,

Aceptar tus sombras,

Enterrar tus miedos,

Liberar el lastre,

Retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso,

Continuar el viaje,

Perseguir tus sueños,

Destrabar el tiempo,

Correr los escombros,

Y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas,

Aunque el frío queme,

Aunque el miedo muerda,

Aunque el sol se esconda,

Y se calle el viento,

Aún hay fuego en tu alma

Aún hay vida en tus sueños.

Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo

Porque lo has querido y porque te quiero

Porque existe el vino y el amor, es cierto.

Porque no hay heridas que no cure el tiempo.

Abrir las puertas,

Quitar los cerrojos,

Abandonar las murallas que te protegieron,

Vivir la vida y aceptar el reto,

Recuperar la risa,

Ensayar un canto,

Bajar la guardia y extender las manos

Desplegar las alas

E intentar de nuevo,

Celebrar la vida y retomar los cielos.

No te rindas, por favor no cedas,

Aunque el frío queme,

Aunque el miedo muerda,

Aunque el sol se ponga y se calle el viento,

Aún hay fuego en tu alma,

Aún hay vida en tus sueños

Porque cada día es un comienzo nuevo,

Porque esta es la hora y el mejor momento.

Porque no estás solo, porque yo te quiero.