Workaholic ¿qué tanto es tantito?

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Empiezas comiendo cualquier cosa en el escritorio porque no tienes tiempo para salir a almorzar, porque hay que acabar algo que te dicen (o te dices) es urgente. [¿Acaso no será que tienes que ejercitar tu capacidad para decir NO?].

Algunas de tus jornadas (o la gran parte de ellas) terminas “unos minutos” más tarde de la hora de salida oficial. No tienes tiempo para una pausa, para un café, te aguantas las ganas de ir al baño por responder ese mail o contestar esa llamada de último momento, la empresa podría irse a la bancarrota sin tu valiosa intervención […egocentrismo puro]. Continúas cruzando cada límite permisible justificando que sólo es una temporada, el cierre del trimestre o del mes, una semana pesada, un día caótico.

Y en un principio, regresas a casa sientiéndote el héroe del día, satisfech@ de haber exterminado todos o la mayor parte de los pendientes [inserte más ego aquí por favor]. Te sientes  victorios@  por haber sabido agarrar al toro por los cuernos y al llegar con los tuyos les detallas cada faena con pasión y ellos celebran cada historia porque les gusta ver el brillo en tus ojos al contar tus aventuras. [Aceptable por un tiempo pero, ¿no es cansado y aburrido convivir con alguien que no puede hablar de otra cosa más que de trabajo o cuyo bienestar emocional depende de si le salieron o no las cosas en la chamba?].

Es imposible llevar un ritmo así por un periodo prolongado sin que algo truene, incluido un@ mism@.

El agotamiento tarde que temprano se manifiesta en desgaste físico, mental o de relaciones. Si en el corto plazo no se cae en un burnout*, a la larga por priorizar el trabajo se descuidan otros aspectos como la salud, a tal grado que tiempo después suelen con frecuencia descubrirse enfermedades silenciosas degenerativas que ya van por lo general muy avanzadas [consecuencia de los buenos hábitos que jamás nos dimos a la tarea de practicar].

No cabe duda que ser workaholic está de moda, proporciona status para ciertas personas  y es bastante tolerado en sociedades como la mexicana. Trabajar mucho o ser muy trabajador es un atributo positivo lejos de ser considerado una amenaza. Sin embargo  es una adicción si no sabes cuándo detenerte, si no respetas tus propias necesidades básicas, si no sabes hablar de otra cosa más que de trabajo, si no te enteras de lo que pasa afuera de tu burbuja,  si tienes la impresión de vivir demasiado rápido.

Como toda droga, no se puede negar lo bien que hace sentir. Dicen por ahí que el trabajo es la distracción más hermosa de todas, sin embargo, cuando se lleva al extremo, puede distraernos de nosotros mismos y en algunos casos se termina tan extraviado, que es difícil encontrar el camino de regreso a nuestro centro. No esperes a que te pase.

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 *Burnout : Síndrome que se manifiesta como respuesta del organismo al estrés crónico laboral, 40% de los mexicanos padecieron alguno de sus síntomas en 2014. 

¡Buen camino!

@helenistica


Objetivo: Ser catalizadores de emociones

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¿Cómo controlar la propia reacción ante los efectos nocivos del medio que nos rodea?

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En un mundo ideal, los seres humanos seríamos como los árboles. Sí, así como éstos nobles seres convierten las toxinas presentes en el aire en nuestro combustible vital, las personas deberíamos a su vez, ser catalizadores de la mierda los factores externos transformándolos en amor, energía, bienestar… de manera automática y meramente natural.

Es como si cuando estás atorado en el tráfico y el del coche de atrás te suena el claxon de manera grosera y provocadora tu sacaras la cabeza por la ventana y le dijeras de manera auténtica y sin sarcasmo: “qué tengas un bonito día guap@” (guiño de ojo incluido 😉 )

Como cuando estás fatigado y en el transporte público alguien se te adelanta y te gana el asiento que por prioridad te tocaba y acabaras diciéndole a ést@ de manera sincera: No te preocupes, me gusta ir de pie aunque esté cansad@ hasta las orejas”

A ver, que levante la mano quién no se haya encontrado en el momento equivocado para recibir los daños colaterales del mal carácter de una persona, un hecho fortuito o cualquier situación que obligue a “pagar el pato” (entiéndase las consecuencias) cuando, como se dice en México “uno no tenía ni vela en el entierro”.

Definitivamente no existe bola de cristal para anticipar, ni burbuja para protegerse de los radicales libres o psicópatas que terminan mermando de alguna manera nuestro ánimo,  alterando nuestra armonía y buena ondez. Sin embargo, algo debe estar en nuestras manos para poder lidiar con este tipo de situaciones y salir lo menos afectados posible.

Aquí mi humilde (pero no exhaustiva) lista de consejos aplicados y funcionales pero que, si alguien que pase por este espacio desea incrementar, agradeceré comente el post, ya que la humanidad entera le será reconocedora.

En el momento del suceso se necesita una salida rápida, una pausa para retomar la calma para no dejarse embarrar ni contaminar por el resto del día, yo por lo tanto recomiendo:

–          Alejarse de la escena y salir a tomar el aire (o ya mínimo trasladarse a un espacio privado). Si esto no es posible, favor de cerrar los ojos y ponerse los audífonos.

–          Concentrarse en observar la propia respiración, una y otra vez por al menos 5 minutos o el tiempo que sea necesario para retomar la tranquilidad y filtrar la sensación desagradable.

–          Salir a caminar o si no es posible realizar una serie de estiramientos: girar la cabeza (y extremidades), agacharse y estirarse intentando tocar el techo con los dedos.

–          Escuchar música clásica, o que favorezca la relajación (la música de Reiki es formidable). Recomiendo crear una playlist para emergencias como ésta.

–          Mi hermana me comentó una vez que a ella le es útil poner la mente en blanco e imaginar los escenarios más locos y agradables como “Qué haría yo si me ganara el Melate/Euromillion, la tía abuela bailando en falda hawaiana etc.).

–          Recordar una experiencia cómica, del estilo de un “chiste local” para desfogar la energía en una buena carcajada.

–          Salir a correr (entiéndase hacer deporte) puede ser muy útil, aunque esta alternativa puede no ser inmediata en el momento en el que sucede el inconveniente.

–          Hablar al respecto con alguien de confianza (Esto no lo recomiendo a menos que se tenga algo procesada la emoción pero es cierto que puede ser bueno estar acompañado aunque no estoy a favor del todo pues creo puede generar co-dependencia pero repito, todo depende de las circunstancias).

–          Escribir al respecto (esto siempre ayuda, cuando se tiene la facilidad de expresar por escrito lo que se siente, de lo contrario se puede llegar a desarrollar esta capacidad). El ejercicio de la escritura nos ofrece la alternativa del desfogue anónimo sin preocuparse de juicios externos. Este íntimo encuentro con uno mismo permite poder leer lo escrito posteriormente y así poder uno mismo analizar y procesar de manera “fría” la reacción.

–          Algunos recomiendan golpear cojines, gritar, hacer oración, las alternativas son variadas pero se ajustan a lo que a cada quién le acomode mejor siempre y cuando no pongan en peligro y/o constituya una salidas falsa para evadir la realidad y favorezcan una dependencia.

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Definitivamente en algún momento del ciclo educativo el enseñar a controlar la respiración para llegar a un estado de relajación debería ser parte de las asignaturas como lo son aritmética y geografía. El control del estrés y las emociones son absolutamente indispensables para hacer frente a los desafíos de nuestra época.

Yo quise hacer una reflexión sobre el tema ya que, sin deberla ni temerla, me vi impactada por los cambios de ánimo de una colega de trabajo al tener diez minutos de haber llegado a la oficina… Es cierto que no podemos escoger a las personas o las situaciones que forman parte de nuestro entorno pero es seguro que podemos intentar controlar o procesar mejor la manera de reaccionar ante ello.

La madurez de una persona se mide por la capacidad que tiene para poder aceptar sus errores (reconocer su responsabilidad ante los mismos) sin necesidad de estar atribuyéndoselos al destino, a las circunstancias o a otras personas.

Espero este post sea de utilidad.

Feliz y relajado camino :)

Meg