Vaciando la mochila, de pensamientos inútiles

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Vaciando la mochila

¿Qué es un pensamiento malo? No, no tiene nada qué ver con la ética del bien y del mal. Es simplemente algo que al ser recordado hace sentir incomodidad. Probablemente se trate de un recuerdo que genera tensión y despierta emociones como  vergüenza, arrepentimiento, coraje, auto-crítica o auto-flagelación.

¿Suena fuerte, no? Pero son más comunes de lo que creemos. Lo impresionante es que dichos pensamientos pueden aparecer de repente, así sin más, y generar un estado de estrés repetitivo que impide avanzar a nuevas experiencias, convirtiendo a las personas en entes grises, apagando su dicha de vivir y la claridad de su mente.

Si después de una profunda reflexión sobre dichos pensamientos, si después de haberlos puesto en la balanza del aprendizaje éstos siguen apareciendo, aquí están algunos pasos para eliminarlos de la escena, para vaciar la mochila e ir más ligeros por el camino de la vida: :)

1. Sustituir el pensamiento basura por uno positivo. Un recuerdo verdaderamente agradable, lindo. Que haga exaltar los sentidos de tan solo recordarlo: una situación de mucha felicidad y satisfacción

2. Escribir los pensamientos incómodos en un papel y deshacerse de él, así sin más. El hecho de escribir es el primer paso para liberarse de su peso, eliminarlo materialmente es muy reconfortante también

3. Una caminata para tomar aire. Hacer ejercicio para liberar endorfinas, lo ideal sería convertirlo en un hábito. En materia de actividad deportiva hay que tomar en cuenta algunas consideraciones:

a)      Cuando es una actividad cíclica, que en la mente el objetivo sea siempre concentrarse en la respiración y no en darle vueltas al pensamiento basura

b)      Realizar deportes de grupo para evitar aislarse

c)       Realizar una actividad que exija coordinación física y mental total

4. Construir una afirmación positiva, una frase corta que haga sentir bien. Un decreto que signifique algo para uno (no para otros). Esta frase puede decirse al iniciar un nuevo día, ante la aparición de los pensamientos basura, el objetivo es generar bienestar mental inmediato

5. Escoger una palabra simple y corta, cualquiera que no tenga nada que ver, que sea la clave para uno mismo, que al ser pronunciada sea la señal para entrar en una zona de cero pensamientos negativo

6. Cuando el pensamiento negativo aparezca, hay que respirar de manera profunda, cerrar los ojos durante algunos segundos y tratar de llevar la mente a otro lugar

El objetivo con estas acciones es evitar entrar en una zona de ansiedad, pues la ansiedad es cíclica y  obsesiva.

No hay que olvidar que los pensamientos se convierten en sentimientos, éstos a su vez generan emociones y las emociones provocan un impacto en el cuerpo. Cuando las emociones son repetitivas (durante años) generan enfermedades. Para mayor información sobre éste punto, recomiendo leer el libro: Tú puedes sanar tu cuerpo de Louise L. Hay

Hay que soltar y dejar ir, bonito camino,

Meg

El mar


Parisina style

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Audrey Hepburn - Déjeuner chez Tiffany

El estereotipo de la mujer parisina es de glamour, lujo y seducción. Aunque haya más de leyenda que de cierto en ello, después de observar con atención, he descifrado que el estilo parisino es una equilibrada combinación de practicidad y prendas clásicas a prueba de fallos, pero eso sí, siempre con una nota de elegancia. Me dispongo a compartir aquí las claves del vestir de la mujer parisina promedio.

Parisina

 

– El negro – le noir, color por excelencia:

Muchos afirman que transmite elegancia, en mi opinión, la elegancia es una cuestión que va más allá del color (para muestra las italianas ataviadas con colores claros). Lo cierto es que el negro guarda un fuerte lazo con el código de vestimenta parisino, predominando sin importar la hora o la temporada (para corroborar la magnitud del impacto, recomiendo echar un ojo a: Mi primera vez).

Sin lugar a dudas el negro es muy socorrido debido a su practicidad: combina con todo, no se le nota la mugre, transmite sobriedad y a todos hace lucir más delgados. El gris y el azul marino son colores que al igual que el negro, pueden usarse todo el año sin problemas.

– Las balerinas – les ballerines, un clásico total:

A mi llegada fue desestabilizador el tener que resignarme a dejar guardados los tacones en el closet (soy modelo compacto). Con el tiempo se comprende que es una medida a tomar si no se quiere parecer pollito espinado o suicida en las escaleras del metro.

Por ello les ballerines constituyen la solución ideal: coquetas, femeninas, cómodas, en todos los colores y composiciones.  Y, para las que no se resignan al zapato de piso, siempre estará disponible el calzado de tacón pequeño y/o compensado… (O el llevar los tacones de Miss Universo guardados en la bolsa :P).

– La gabardina – la Trench :

Esta prenda no es un abrigo, no es un sweater ni tampoco un impermeable pero resulta imprescindible pues es ligera, protege de la lluvia y del fresco de las noches parisinas. Se usa bastante durante la primavera, verano y el inicio del otoño.

– El Bolso – le sac à main «Longchamp»:

Cuando llegué a Paris, no cabía en el asombro de ver tantas mujeres con estos bolsos. Cada vez que salía me dedicaba a llevar la cuenta de los que veía por las calles (no es broma). No me explicaba la popularidad de un modelo en particular: aquel sin divisiones en el interior, hecho en nylon (¡!), que lo único que tiene en piel son las asas y una pequeña cobertura decorativa con un perro galgo y que además cierra con un simple zipper (¡!)…

Después de tres bolsos he descubierto el porque. Este modelo, creado en 1993 por la tradicional Casa Longchamp, llegó a venderse a razón de un ejemplar cada 15 segundos. El mismo se ha vuelto casi una insignia de la parisina promedio debido a su practicidad: fácil limpieza, forma sencilla (profundo interior) puede plegarse, cuenta con un cierre que protege totalmente su contenido y disponible en una gran cantidad de simpáticos colores.

Claro que no son los únicos bolsos, hay de todo como en cualquier lugar (en piel, sintéticos, de lujo) PERO se tiene que reconocer la presencia de marca y el acierto que tuvo LONGCHAMP con ese modelito.

-Las medias – les collants:

Hace algún tiempo escuché a una reconocida comunicóloga mexicana decir que las medias estaban pasadas de moda… inmediatamente pensé: NUNCA en Paris.

Aquí pueden usarse la mayor parte del año, debido a que protegen del fresco y hasta me atrevo a decir que es también porque ayudan a disimular los “petits poils” (vellitos) hasta el momento oportuno para hacerse la depilación. Recordemos que la parisina es practicidad ante todo.

Aliadas de la minijupe (minifalda), debo hacer hincapié en que el dominio de las medias es todo un arte: que va desde la manera de ponerlas correctamente hasta no romperlas durante el día; y sí, en mi opinión, el usarlas hace sentir de inmediato cierto aire de femme fatale (mujer fatal) 😉

– El paraguas- le parapluie:

También conocido como “sombrilla”, esto claro dependiendo del lugar donde se utilice, y como en Paris hay más lluvia que sol, lo dejaremos en parapluie (paraguas).

En Paris siempre se debe traer uno en la bolsa pues la lluvia forma parte del diario vivir, el clima es sumamente cambiante. Nada de modelos enormes como el de “El Pingüino» en Batman. El paraguas debe ser plegable y caber en el bolso más diminuto.

-La mascada – le foulard:

No, no es tener complejo de Audrey Hepburn ni aires de grandeza. La foulard es una prenda básica cuya función es proteger el cuello de las corrientes de aire, de los cambios de temperatura a lo largo del día (no de quitar el frío). Esto es completamente comprensible pues el viento siempre está presente en las escaleras del metro o al andar por las calles.

– El cabello – les cheveux:

Aquí es raro ver personas con el cabello mojado por la mañana. En general, muchas parisinas tienen el hábito de ducharse la noche anterior (supongo que es para ganar unos minutos más de sueño), de usar secadora de cabello o de no lavar éste a diario (ese es otro tema que, debido a su polémica, trataremos en otra ocasión).

Una cosa es definitiva, la regla no escrita sobre el cabello en Paris es –NO peinarse de relamido como abanderada de la escolta-.

Al cabello se le deja ser y punto. Si se lleva recogido, se dejan mechones fuera de lugar (borditos) de manera intencional, el volumen es algo anhelado en las melenas. Desde la tierna infancia, las pequeñas llevan el cabello suelto y no les exigen ir peinadas con kilos de gel, como si hubieran metido la cabeza en la boca de algún león. El cabello no es percibido como sinónimo de insurrección, como sucede en algunos sistemas educativos de otras culturas (me atrevo a decir).

– Lo que nunca se verá en Paris:

Pants para hacer ejercicio como outfit cuando NO se va a hacer ejercicio. Es común ver en EUA o México a mujeres maquilladas o con el cabello arreglado pero vestidas en conjunto de pants y jersey para salir a hacer compras o para transmitir un aire relajado.

En Paris no es el caso, y si se desea andar en ropa cómoda para salir a realizar dichas diligencias, se escoge otro tipo de ropa pues los pants NO aplican para salir de casa si no es para salir a hacer ejercicio.

 

Algunos se desilusionan al llegar a Paris y percibir el vestir opaco de la mayoría, cuando la ciudad es concebida como uno de los íconos de la moda, cuna de grandes diseñadores. Aunque se pueden ver much@s “vestid@s a la última tendencia” la sorpresa llega al descubrir que gran parte son turistas orientales :) .

La parisina que VIVE de planta en la ciudad, no la turista ni la bloguera de moda, sabe que su vestir debe permanecer práctico, permitiéndole desplazarse en bicicleta (o moto), hacer largas caminatas, subir o descender escalones sin problema. Ella busca guardar un estilo propio pero siempre cuidando de no llamar la atención demasiado.

Lo mágico es que siempre impregna en su vestir su sello personal, llevando en sí misma, quizás sin saberlo, prendas que han permanecido a través del tiempo, belleza y un aire nostálgico que resulta encantador.

Meg


El encanto de un « Salon de thé »

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Salon de thé et macarons

El hábito de tomar el té no es meramente francés. El té fue introducido en Francia por los jesuitas en el siglo XVI para ser usado como digestivo. Pero su origen es milenario y oriental, fueron los chinos a quienes se les atribuye su descubrimiento. Yo pienso que en todas las culturas existe un equivalente. Pero no viene al caso debatir sobre ello, sino descubrir los aspectos que caracterizan el “tomar el té a la francesa”.

Visitar un “salon de thé français”  es una de esas experiencias que se comprenden mejor en la práctica y que se puede llegar a disfrutar enormemente.

Como bien anuncia el nombre, la especialidad aquí es el té. No se descarta claro está, la existencia de otras bebidas en el menu pero, desde mi punto de vista, pedir un capuccino en un lugar como estos, es desperdiciar la oportunidad de descubrir.

Los salones de té parisinos son diversos : los hay hipsters de corte intelectual, árabes, orientales, juveniles, bohemios, los del quartier (del barrio), los turísticos (por lo general clichés y más costos de lo normal) y los BCBG(bon chic, bon genre que es algo así tirándole a burgués).

Saber qué pedir, no quemarse las manos con la tetera, el encanto de la vajilla abuelezca y la selección des “pâtisseries ou gourmandises” para acompañar la bebida,  puede resultar confuso desde el principio si no estamos habituados.

La carta es un juego de palabras donde, desde el inicio, se presenta un dilema crucial que va más allá de saber o no francés : decidir entre “thé ou infusion” .

Aunque a simple vista la única diferencia pueda parecer el precio (un thé es en general más costoso que una infusion) trataré de compartir aquí lo que he aprendido sobre cómo diferenciar estos ambiguos conceptos:

El Té – thé : Es una mezcla de hierbas, raíces u hojas que contienen teína y que, gracias a que es adicionada con agua y/o otros líquidos se convierte en una bebida estimulante.

“El tecito” – Tisane : Es una mezcla de hierbas o flores (secas o recién cortadas) de tipo medicinal que puede prepararse en agua -fría o caliente- y a través de diferentes métodos. En México tenemos una gran variedad, desde aquellas que sirven para calmar los nervios hasta las que “asientan la pancita o curan un empacho”.

La Infusión – Infusion : Es la clásica bolsita que contiene hierbas o flores secas (medicinales o no) y que se deposita directamente en la taza, a la cual se le agrega agua caliente y que por lo general rinde para preparar 1 bebida. La bolsita puede retirarse de la taza en cualquier momento dependiendo del nivel de intensidad deseado.

En un salon de thé parisien, el té se presenta en una “bouilloire”  es decir, una tetera que conservará al máximo la temperatura caliente del agua. Esta viene con un filtro interno en el cual YA reposa la mezcla de té seleccionada. Rinde 2 ó mas tazas . El servicio puede comprender un recipiente adicional con agua natural caliente. La dinámica consiste en añadir a nuestra taza el té contenido en la bouilloire y mezclarlo con un poco de agua si se desea. Esto se hace para rebajar el sabor ya que, por lo general, el té resulta mas concentrado que la infusión.

Algo que me fascina de la experiencia, es que se pueden encontrar los cubitos de azúcar para endulzar :) aunque yo no gusto de endulzar el té, debo confesar que tienen su encanto.

Como cortesía de la maison de thé (del establecimiento), una galletita de mantequilla va incluída con el té. Pero, para acompañar el thé à la française, nada mejor que hacerlo con una patisserie clásica y muy francesa :“les macarons” de los cuales escribiré más adelante.

 

Nota adicional : Este es el proceso típico de las “maisons de thé” tradicionales, sin embargo, si en otros establecimientos al pedir té, el mesero aparece con una tetera y una bolsita no hay que pensar de inmediato que nos dieron “gato por liebre” :) . En primer lugar se verifica que la leyenda “thé” aparezca en el sobre. A continuación se deposita la bolsita en la “bouilloire” y NO en la taza.

 

Meg


Eliminando la basura mental

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Hace un mes encontré un artículo sobre la sabiduría tolteca, para mi grata sorpresa, ¡en una revista francesa de management!

El artículo se llamaba: “Mieux manager grâce à la sagesse des Toltèques” – Administrar mejor gracias a la sabiduría de los toltecas. Si bien los aspectos que menciona se enfocan a la mejora de las relaciones en el ámbito profesional, la lectura de los principios, me hizo reflexionar seriamente acerca de los resultados que produciría ponerlos en práctica para elevar nuestra calidad de vida personal.

¿A qué me refiero? hablo claro del interior pero también de las relaciones con otros, empezando por eliminar todas esas basuritas mentales que nublan nuestro juicio y que, cuando menos nos damos cuenta, nos han llenado la cabeza, haciéndonos sentir apesarados, con relaciones de baja calidad o meramente superficiales.

Los 4 acuerdos toltecas constituyen algo así como un check-list para revisar cómo andamos, para recordar y tratar de llevar a cabo, aunque fallemos algunas veces en el intento.

1. Que tu palabra sea impecable – “Lo que sale de tu boca eres tú”

 

Es una regla bastante olvidada y deformada en la práctica pues hemos dejado de poner atención a lo que decimos. Existen tres aspectos importantes:

a)      El lenguaje que usamos hacia nosotros mismos: ¿Cuántas veces al equivocarnos no nos auto-reprendemos severamente con adjetivos despectivos? “¡Qué tont@ cómo pude olvidar X cosa!” Sólo por poner un ejemplo claro, evidentemente hay palabras más floridas de acuerdo al idioma y a la situación.

b)      Lo que decimos a los demás: No ser sinceros, no ser honestos, no ser puntuales, no cumplir con lo que prometemos.

c)       La crítica:  Comer prójimo crudo… ¡exquisito!

La intención detrás de  nuestras palabras se convertirá en hábito. Y uno de los más peligrosos es: la crítica.

Una vez  escuché: “Nunca hay que faltar a una reunión porque -por los que no están- a hablar se empieza” WTF!.

La sabiduría tolteca expresa claramente que jamás se debe utilizar la palabra para denigrarse ni para denigrar a otros. Y esto es muy cierto, es impresionante la cantidad de personas que utiliza la crítica para dejar salir sus frustraciones emocionales, sus vacíos o simplemente para tener de qué hablar o encajar en el círculo…

i. Un buen ejercicio para corregirse es:

Empezar por tratar de detectar qué porcentaje de nuestras conversaciones están centradas en hablar de otros, en juzgarlos. No  importa si nos decimos a nosotros mismos que es “crítica constructiva”, no es constructiva cuando es de adentro hacia afuera, mucho menos si se hace a espaldas de alguien.

ii. Si no criticáramos no tendríamos nada que decir

Ese es el riesgo, al tratar de modificar el hábito en uno mismo, puede ser que otras personas de nuestro entorno (con las que antes solíamos criticar y encajar bien) les resulte incómodo que no les sigamos la corriente o peor aún, puede que descubramos que no tenemos conversación alguna si no se trata de hablar de otros. Este acuerdo implica no seguirle la corriente a los chismosos (no basta con evitar contar el chisme sino también evitar escucharlo).

2. No te tomes nada personal – “Ni la peor ofensa, ni el peor desaire, ni la más grave herida”

Frase que  en mi diccionario personal aparece como: “la chapuza acusa” :)

Para los que no conozcan el regionalismo (pues ni siquiera me consta que forme parte del español de México), “Chapucero” es alguien tramposo, no honesto. Esta frase apela al karma, a la segunda ley de Newton, llámele usted como prefiera.

Pero la realidad es, que si tomáramos conciencia -de que lo que cada persona dice o hace, es una extensión de ella misma, de la realidad que vive o ha vivido- comprenderíamos mejor su proceder.

Después de vivir un tiempo en un país extranjero, cuando al principio me tomaba cada experiencia de una manera tan personal, tan a pecho… y mi corazón y mente comenzaban a desgastarse decidí crear un apartado en mi cabeza llamado: “diferencias culturales” ahí trato de llevar cualquier ofensa o situación antes de que llegue a mi corazón (por más meloso que se lea) y sí, trato de vaciar ese apartado lo más rápido posible.

Si pasamos la vida cargando en la mochila de la memoria: ofensas y resentimientos (por más mínimos que sean) acabaremos siendo unos intolerantes de primera y eso que estaremos viviendo no será una vida sino un martirio (para nosotros mismos y para los que están con nosotros).

3. No hagas suposiciones – “Si tienes una duda aclara, si sospechas pregunta”

 

¿Cuántos malos entendidos y corajes nos evitaríamos si fuéramos más directos en nuestra manera de comunicarnos? La imaginación debe usarse de una manera constructiva, no para formar parte del sospechosismo de historias sin fundamentos que hacen mucho mal a la mente y nos restan credibilidad.

a)      Un cedazo de emociones, de ideas para limpiar la mente

Frases como “piensa mal y acertarás” no reflejan otra cosa más que desconfianza y pre-disposición. Antes de hacer inferencias, es mejor preguntarse si detrás de ellas existe una acción válida que sustente esa “falsa creencia”.  La intuición existe sí, pero en este caso la suposición  se acerca más a la mal pensadez.

4. Haz siempre tu mejor esfuerzo – “Si haces siempre lo mejor que puedes nunca podrás recriminarte nada o arrepentirte de nada”

 

Las basuritas mentales también se acumulan por estar pensando en nuestros “errores” del pasado. El detalle está en que un error que no se analiza queda en eso: en un desacierto, en una emoción que flagela la mente de sólo recordarlo.

a)      Tomar el tiempo para pensar

Vivir rápido no ayuda. Evadir estar a solas consigo mismo tampoco. Cuando uno analiza a detalle un “error” cometido, lo transforma en experiencia, en aprendizaje. Toda la energía que se destinaba a sentir: vergüenza, odio, coraje, se transforma en tranquilidad cuando se ha asimilado lo vivido y, lo mejor es que seguramente aprenderemos de ello en lugar de permanecer amargados.

 

Es maravilloso que los toltecas hayan establecido estos principios pero, ¿por qué los mexicanos hemos olvidado sus milenarias enseñanzas? ¿por qué me vine enterando de esto en Francia y jamás lo escuché en México?. Es curioso seguramente, pero lo cierto es que una vez consientes de estos 4 acuerdos podemos intentar llevar una vida de mayor calidad. Seguramente no será fácil pero cada día es una nueva oportunidad.

 Meg

toltecas

Para profundizar más sobre el tema sugiero el libro del Dr. Miguel Ruiz – Los cuatro acuerdos toltecas, fue él quien se dedicó a recopilar la sabiduría ancestral tolteca para darla a conocer.

 




Los diez mandamientos de la nueva ñora (2.0)

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Pues sí, dicen que el primer paso es reconocerlo 😛 … no es cierto. Fuera de bromas y como comentaba en el pasado post «¿Acaso soy una ñora?» el término exige ser redefinido de acuerdo a las nuevas tendencias.

Sola o en pareja, con o sin hijos, arriba de los veinte o de los cincuenta, creo que hay una serie de puntos a recordar para no quedarse atrás, para no pertenecer a esa antigua y decadente generación de ñoras que lejos de imprimirle valor al género femenino lo caricaturizan un poco.

Escribo pues estos puntos como un recordatorio para mí misma en el futuro, para no olvidar, para todas aquellas que se resisten a la idea de que los cambios son parte de la vida, que no se tienen 20 siempre. Para las solteras, para las casadas, para las jóvenes, para las experimentadas…

Va con mucho cariño esperando que, no importa en qué etapa de su vida se encuentren, siempre sean plenas, y tengan amor a sí mismas para después, poder dar a los demás.

Los diez mandamientos de la nueva ñora (2.0)

1. Opiniones propias tendrás

Nada de: «Alberto dice”, “Rogelio piensa”, “David quiere”… como centro de tu conversación. No dejarás a alguien más la responsabilidad de pensar por ti. No tendrás miedo de decir: “YO digo”, “YO pienso”, “YO quiero”.

2. Tus más profundas pasiones nunca olvidarás

Recordarás siempre eso que te movía antes de vivir en pareja, casarte o ser madre. Es evidente que los temas de conversación de una persona se centran en sus áreas de interés y que las mismas cambian con el tiempo pero PROCURARAS tener un tema propio: no tus hijos, no tu pareja, algo que se enfoque en ti, que te guste a ti.

3. A tus amigas frecuentarás

Por más tiempo que te guste pasar con tu pareja ô por más apretada que tengas la agenda, harás espacio para pasar un rato entre amigas. Si tus amistades se han visto impactadas por los cambios en tu vida buscarás otras nuevas.

4. De tu cuerpo y salud cuidarás

No pondrás como pretexto a algo o a alguien para descuidarte. No olvidarás tu lado sexy y sensual. Te arreglarás para alguien SI, lo harás para TI.

5. Objetiva e informada permanecerás

Las redes sociales y las tecnologías de la información, sin miedo y para bien, habrás de utilizar. Antes de opinar te informarás.Nada de exageraciones, chismerío ni de tratar de imponer tus opiniones, éste tipo de conductas le resta puntos a tu credibilidad.

6. Los prejuicios de lado dejarás y la crítica moderarás

Si bien es cierto que la capacidad de observación de algunas mujeres se agudiza con la edad, la manera en la que los otros vivan no es asunto tuyo. Los prejuicios evidencian la manera de pensar de la época en la que fuiste educada. Los usos y costumbres evolucionan, todo cambia.

7. Sobre tu edad no mentirás

(Eso es muy ñora de los 80’s – 90’s). Siéntete orgullosa de los años que has vivido, de tus heridas de guerra, sean: un corazón roto, arrugas, estrías o canas.

8. A viajar ligera aprenderás

No, esto no tiene nada que ver con maletas, tiene que ver con la capacidad de perdonar para no guardar resentimientos y andar ligera por la vida.

9. Profundamente te conocerás

Sabrás identificar cuando estás sensible por cambios hormonales o por el clima, cuando estás enojada con tu pareja o con tu jefe. Lo identificarás rápido, tratarás de hablar claro y no andarás regando amargura por doquier ni colgando milagritos a quiénes no les corresponde.

10. Estar sola tu disfrutarás

La dependencia y la ansiedad serán los estados emocionales a evitar. Vencer el miedo a estar sola, a estar con una misma, es algo que toda mujer debe saber. Es algo diferente a andar de arriba para abajo todo el día para no pensar… es más profundo que estar trabajando hasta tarde como loca para no sentir. Es algo que parte del hecho de cultivar una relación íntima con una misma, que deriva del autoconocimiento y de saber disfrutar de la propia compañía así como se puede disfrutar de estar con los demás.

Y bien, no sé si yo pueda cumplir todos éstos preceptos al pie de la letra pero al menos sé que quiero intentarlo. Evidentemente cada mujer libra una lucha particular desde su trinchera y las circunstancias de cada una son únicas pero buenas noticias: nunca es tarde para re-inventarse a sí misma y buscar el equilibrio.

 Meg

 


De fineza y otras cosas…

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No se me da estereotipar gente. Sin la intención de cuestionar el gusto musical de algunos ni mucho menos con el afàn de etiquetar como sucede a veces: le gusta la banda… es borrach@, le gusta el pop… es fres@, le gustan las cumbias… es nac@, le gusta George Michael… mejor ni le busquemos 😛 A mi me gustan las cumbias desde mi tierna infancia y aquí contaré un poco cómo sucedió.

Creo firmemente que los gustos musicales reflejan algo de lo que somos en el alma, de nuestra manera de percibir el mundo. Cuando eres niñ@ dichas preferencias se desarrollan en gran parte de lo que se conoce, es decir, de lo que rodea el entorno en el que se crece, principalmente de la familia. En mi caso debo aclarar, que mis papás siempre han sido fanáticos de la música en inglés de los años 70’s y 80’s, y por lo mismo no cabían en su asombro cuando escucharon a su pequeña de 5 añitos cantar un poco de algún éxito cumbia de aquel entonces. ¿Cómo una pequeña que va en jardín de niños conocía canciones de la Sonora Margarita, Dinamita y derivadas?

La pregunta quedaba en el aire,¿lo aprenderá en la escuela? Descartado, está recluida estudia en un colegio de monjas… ¿con alguna amiguita? Negativo, son popis hasta la pared de enfrente ¿¿Entooncees?? Y la respuesta vino a oídos de mi madre una mañana al abrir la puerta de la camioneta que me llevaba a la escuela diariamente al sonido de “Caarmeeen, se me me perdió la cadenitaaa” ¡Bingo! la señora del transporte.

Efectivamente, la Señora de la Combi. Aquella buena mujer con excelente sentido del humor, vestida en pants deportivos como si la Van que conducía fuera una bici del Tour de France. Esa mujer maternal y cafre del volante al mismo tiempo, con sus cabellos canos y rizados sujetos en una cola de caballo y en cuyo rostro portaba unos lentes de tipo aerodinámico del color del arcoiris. Sí, la misma que conducía aquella Van Econoline de vidrios ahumados y decorada con un apache del Santos Laguna (la mascota del equipo de futbol de la región) y una torreta ámbar sobre el tablero gustaba de semejante ritmo musical…

Yo a mi corta edad era su copiloto en el trayecto de ida y vuelta a la escuela, de las primeras niñas que recogía y de las últimas que regresaba a casa porque vivía en lo que en aquel entonces, en materia de vialidad, se consideraba lejos.

Fue gracias a ella que conocí clásicos como: Que nadie sepa mi sufrir, Oye abre los ojos y… La parabólica. Hoy puedo decir que, después de todo éste tiempo y con el libre albedrío al 100%  de conciencia, me mantengo firme y orgullosa en mi gusto por éste género musical que considero tan bailable, cargado de ritmo, energía y que siempre me pone de tan buen humor cuando traigo la moral baja.

Sí, soy una mujer de contrastes, que gusta de Vivaldi, Enanitos Verdes, Juan Gabriel, Kenny G, Emmanuel, Queen, Donna Summer, Madonna entre muchos otros; pero, no puedo negar algo: también soy cumbianchera y recuerdo con cariño a la Señora del Transporte, a quien le mando un saludo hasta donde quiera que se encuentre.

Meg