Cuando se trata de futbol se me desata la boca

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Pique86

En México el futbol es popular; conocido por todos, apreciado por las masas. Trasciende barreras de ingresos económicos, nivel educativo, género, edad. El futbol en México nos hermana. Está ligado a nuestra historia. Y cuando juega la selección mexicana, las diferencias entre aficionados de diversos clubes mueren para dar paso a la comunión de una sola afición.

Y bajo este argumento de unidad, los mexicanos podríamos ser considerados una afición apasionada, entregada, alegre, viajera pero también irreverente según la percepción de aficionados de otros países al presenciar nuestros festejos durante los encuentros de la selección mexicana en Brasil 2014.

Los ojos del mundo están puestos en México y no a causa de la elevada cifra de homicidios en varias de sus ciudades o al bajo índice de lectura, NO. Esta vez sucede tras la polémica de la FIFA y el famoso PXXXXTO (movimiento de manitas incluido) que brota de boca (y de lo profundo del alma) de gran parte de los aficionados cada vez que el portero del equipo adversario lleva a cabo un saque de meta. En esta ocasión (porque han habido otras más importantes en las que los mexicanos ni nos damos por enterados) discutimos entre nosotros y nos movilizamos en redes sociales para justificar que la palabra es parte de nuestro folklor y que nada tiene de homofóbico… Nos han dado en una fibra sensible: nuestro futbol, poniéndonos a más de uno a reflexionar sobre expresiones que hemos ido incorporando a nuestro vivir, como emisores o receptores, pero que aunque se hayan vuelto cotidianas a nuestros ojos no quiere decir que sean correctas.

memes-fifa

Yo no dudo que haya muestras más serias de discriminación y homofobia pero éste tipo de señalamientos que vienen de personas de otras culturas deberían hacernos pensar sobre nuestra manera de expresarnos. ¿Por qué? Porque ya estamos tan habituados a lo que llamamos “nuestro folklor” que no distinguimos la barrera entre lo que es uso y costumbre en México y lo que es civilmente correcto: universalmente hablando: el respeto a los demás. Sin olvidar algo importante, en Brasil somos invitados y no se trata de ir a imponer nuestras costumbres al extranjero (cualesquiera que sean).

Y concretamente hablando de futbol y mexicanos, ¿no serán este tipo de expresiones el reflejo de nuestros más profundos complejos e inseguridades como sociedad?

Que si queremos ser parte de un grupo hacemos lo que hacen todos. Que nos enajenamos cuando vemos jugar a nuestro equipo de futbol porque queremos (al fin) sentirnos buenos en algo y parte de un todo. O la legendaria característica –tan mexicana- de que, para poder sentirnos bien, necesitamos minimizar al otro «Viva México ¡cabrones!»

El reciente y polémico pxto, dependiendo claro de la intención y del contexto, no es más que una expresión que muestra una deformación paulatina de nuestro lenguaje (así pasó con el güey en los 90’s que al principio incomodaba y que terminamos adoptando).

El pxto es el claro reflejo de una sociedad carente de adjetivos, una palabra que todos (o casi todos) hemos dicho a la ligera, sin el ánimo de ofender y que, al momento de ver un partido de futbol hemos dejado escapar, gracias al anonimato de la masa, el deseo de pertenencia, la ligereza del alcohol o a falta de terapeuta para descargar las frustraciones.

Tal vez es el momento de que aprendamos de otras aficiones y hagamos gala de la creatividad y picardía que nos caracterizan de maneras mas creativas, sin olvidar que el deporte debe hermanarnos y no dividirnos. :)

Qui ne saute pas n’est pas français (El que no salte no es francés)

Recomiendo la lectura de: «Puto el que lo lea» de Alvaro Cueva http://bit.ly/1mbReLg

Respetuoso y futbolero camino,

Helenistica


Eliminando la basura mental

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Hace un mes encontré un artículo sobre la sabiduría tolteca, para mi grata sorpresa, ¡en una revista francesa de management!

El artículo se llamaba: “Mieux manager grâce à la sagesse des Toltèques” – Administrar mejor gracias a la sabiduría de los toltecas. Si bien los aspectos que menciona se enfocan a la mejora de las relaciones en el ámbito profesional, la lectura de los principios, me hizo reflexionar seriamente acerca de los resultados que produciría ponerlos en práctica para elevar nuestra calidad de vida personal.

¿A qué me refiero? hablo claro del interior pero también de las relaciones con otros, empezando por eliminar todas esas basuritas mentales que nublan nuestro juicio y que, cuando menos nos damos cuenta, nos han llenado la cabeza, haciéndonos sentir apesarados, con relaciones de baja calidad o meramente superficiales.

Los 4 acuerdos toltecas constituyen algo así como un check-list para revisar cómo andamos, para recordar y tratar de llevar a cabo, aunque fallemos algunas veces en el intento.

1. Que tu palabra sea impecable – “Lo que sale de tu boca eres tú”

 

Es una regla bastante olvidada y deformada en la práctica pues hemos dejado de poner atención a lo que decimos. Existen tres aspectos importantes:

a)      El lenguaje que usamos hacia nosotros mismos: ¿Cuántas veces al equivocarnos no nos auto-reprendemos severamente con adjetivos despectivos? “¡Qué tont@ cómo pude olvidar X cosa!” Sólo por poner un ejemplo claro, evidentemente hay palabras más floridas de acuerdo al idioma y a la situación.

b)      Lo que decimos a los demás: No ser sinceros, no ser honestos, no ser puntuales, no cumplir con lo que prometemos.

c)       La crítica:  Comer prójimo crudo… ¡exquisito!

La intención detrás de  nuestras palabras se convertirá en hábito. Y uno de los más peligrosos es: la crítica.

Una vez  escuché: “Nunca hay que faltar a una reunión porque -por los que no están- a hablar se empieza” WTF!.

La sabiduría tolteca expresa claramente que jamás se debe utilizar la palabra para denigrarse ni para denigrar a otros. Y esto es muy cierto, es impresionante la cantidad de personas que utiliza la crítica para dejar salir sus frustraciones emocionales, sus vacíos o simplemente para tener de qué hablar o encajar en el círculo…

i. Un buen ejercicio para corregirse es:

Empezar por tratar de detectar qué porcentaje de nuestras conversaciones están centradas en hablar de otros, en juzgarlos. No  importa si nos decimos a nosotros mismos que es “crítica constructiva”, no es constructiva cuando es de adentro hacia afuera, mucho menos si se hace a espaldas de alguien.

ii. Si no criticáramos no tendríamos nada que decir

Ese es el riesgo, al tratar de modificar el hábito en uno mismo, puede ser que otras personas de nuestro entorno (con las que antes solíamos criticar y encajar bien) les resulte incómodo que no les sigamos la corriente o peor aún, puede que descubramos que no tenemos conversación alguna si no se trata de hablar de otros. Este acuerdo implica no seguirle la corriente a los chismosos (no basta con evitar contar el chisme sino también evitar escucharlo).

2. No te tomes nada personal – “Ni la peor ofensa, ni el peor desaire, ni la más grave herida”

Frase que  en mi diccionario personal aparece como: “la chapuza acusa” :)

Para los que no conozcan el regionalismo (pues ni siquiera me consta que forme parte del español de México), “Chapucero” es alguien tramposo, no honesto. Esta frase apela al karma, a la segunda ley de Newton, llámele usted como prefiera.

Pero la realidad es, que si tomáramos conciencia -de que lo que cada persona dice o hace, es una extensión de ella misma, de la realidad que vive o ha vivido- comprenderíamos mejor su proceder.

Después de vivir un tiempo en un país extranjero, cuando al principio me tomaba cada experiencia de una manera tan personal, tan a pecho… y mi corazón y mente comenzaban a desgastarse decidí crear un apartado en mi cabeza llamado: “diferencias culturales” ahí trato de llevar cualquier ofensa o situación antes de que llegue a mi corazón (por más meloso que se lea) y sí, trato de vaciar ese apartado lo más rápido posible.

Si pasamos la vida cargando en la mochila de la memoria: ofensas y resentimientos (por más mínimos que sean) acabaremos siendo unos intolerantes de primera y eso que estaremos viviendo no será una vida sino un martirio (para nosotros mismos y para los que están con nosotros).

3. No hagas suposiciones – “Si tienes una duda aclara, si sospechas pregunta”

 

¿Cuántos malos entendidos y corajes nos evitaríamos si fuéramos más directos en nuestra manera de comunicarnos? La imaginación debe usarse de una manera constructiva, no para formar parte del sospechosismo de historias sin fundamentos que hacen mucho mal a la mente y nos restan credibilidad.

a)      Un cedazo de emociones, de ideas para limpiar la mente

Frases como “piensa mal y acertarás” no reflejan otra cosa más que desconfianza y pre-disposición. Antes de hacer inferencias, es mejor preguntarse si detrás de ellas existe una acción válida que sustente esa “falsa creencia”.  La intuición existe sí, pero en este caso la suposición  se acerca más a la mal pensadez.

4. Haz siempre tu mejor esfuerzo – “Si haces siempre lo mejor que puedes nunca podrás recriminarte nada o arrepentirte de nada”

 

Las basuritas mentales también se acumulan por estar pensando en nuestros “errores” del pasado. El detalle está en que un error que no se analiza queda en eso: en un desacierto, en una emoción que flagela la mente de sólo recordarlo.

a)      Tomar el tiempo para pensar

Vivir rápido no ayuda. Evadir estar a solas consigo mismo tampoco. Cuando uno analiza a detalle un “error” cometido, lo transforma en experiencia, en aprendizaje. Toda la energía que se destinaba a sentir: vergüenza, odio, coraje, se transforma en tranquilidad cuando se ha asimilado lo vivido y, lo mejor es que seguramente aprenderemos de ello en lugar de permanecer amargados.

 

Es maravilloso que los toltecas hayan establecido estos principios pero, ¿por qué los mexicanos hemos olvidado sus milenarias enseñanzas? ¿por qué me vine enterando de esto en Francia y jamás lo escuché en México?. Es curioso seguramente, pero lo cierto es que una vez consientes de estos 4 acuerdos podemos intentar llevar una vida de mayor calidad. Seguramente no será fácil pero cada día es una nueva oportunidad.

 Meg

toltecas

Para profundizar más sobre el tema sugiero el libro del Dr. Miguel Ruiz – Los cuatro acuerdos toltecas, fue él quien se dedicó a recopilar la sabiduría ancestral tolteca para darla a conocer.

 


Los diez mandamientos de la nueva ñora (2.0)

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Pues sí, dicen que el primer paso es reconocerlo 😛 … no es cierto. Fuera de bromas y como comentaba en el pasado post «¿Acaso soy una ñora?» el término exige ser redefinido de acuerdo a las nuevas tendencias.

Sola o en pareja, con o sin hijos, arriba de los veinte o de los cincuenta, creo que hay una serie de puntos a recordar para no quedarse atrás, para no pertenecer a esa antigua y decadente generación de ñoras que lejos de imprimirle valor al género femenino lo caricaturizan un poco.

Escribo pues estos puntos como un recordatorio para mí misma en el futuro, para no olvidar, para todas aquellas que se resisten a la idea de que los cambios son parte de la vida, que no se tienen 20 siempre. Para las solteras, para las casadas, para las jóvenes, para las experimentadas…

Va con mucho cariño esperando que, no importa en qué etapa de su vida se encuentren, siempre sean plenas, y tengan amor a sí mismas para después, poder dar a los demás.

Los diez mandamientos de la nueva ñora (2.0)

1. Opiniones propias tendrás

Nada de: «Alberto dice”, “Rogelio piensa”, “David quiere”… como centro de tu conversación. No dejarás a alguien más la responsabilidad de pensar por ti. No tendrás miedo de decir: “YO digo”, “YO pienso”, “YO quiero”.

2. Tus más profundas pasiones nunca olvidarás

Recordarás siempre eso que te movía antes de vivir en pareja, casarte o ser madre. Es evidente que los temas de conversación de una persona se centran en sus áreas de interés y que las mismas cambian con el tiempo pero PROCURARAS tener un tema propio: no tus hijos, no tu pareja, algo que se enfoque en ti, que te guste a ti.

3. A tus amigas frecuentarás

Por más tiempo que te guste pasar con tu pareja ô por más apretada que tengas la agenda, harás espacio para pasar un rato entre amigas. Si tus amistades se han visto impactadas por los cambios en tu vida buscarás otras nuevas.

4. De tu cuerpo y salud cuidarás

No pondrás como pretexto a algo o a alguien para descuidarte. No olvidarás tu lado sexy y sensual. Te arreglarás para alguien SI, lo harás para TI.

5. Objetiva e informada permanecerás

Las redes sociales y las tecnologías de la información, sin miedo y para bien, habrás de utilizar. Antes de opinar te informarás.Nada de exageraciones, chismerío ni de tratar de imponer tus opiniones, éste tipo de conductas le resta puntos a tu credibilidad.

6. Los prejuicios de lado dejarás y la crítica moderarás

Si bien es cierto que la capacidad de observación de algunas mujeres se agudiza con la edad, la manera en la que los otros vivan no es asunto tuyo. Los prejuicios evidencian la manera de pensar de la época en la que fuiste educada. Los usos y costumbres evolucionan, todo cambia.

7. Sobre tu edad no mentirás

(Eso es muy ñora de los 80’s – 90’s). Siéntete orgullosa de los años que has vivido, de tus heridas de guerra, sean: un corazón roto, arrugas, estrías o canas.

8. A viajar ligera aprenderás

No, esto no tiene nada que ver con maletas, tiene que ver con la capacidad de perdonar para no guardar resentimientos y andar ligera por la vida.

9. Profundamente te conocerás

Sabrás identificar cuando estás sensible por cambios hormonales o por el clima, cuando estás enojada con tu pareja o con tu jefe. Lo identificarás rápido, tratarás de hablar claro y no andarás regando amargura por doquier ni colgando milagritos a quiénes no les corresponde.

10. Estar sola tu disfrutarás

La dependencia y la ansiedad serán los estados emocionales a evitar. Vencer el miedo a estar sola, a estar con una misma, es algo que toda mujer debe saber. Es algo diferente a andar de arriba para abajo todo el día para no pensar… es más profundo que estar trabajando hasta tarde como loca para no sentir. Es algo que parte del hecho de cultivar una relación íntima con una misma, que deriva del autoconocimiento y de saber disfrutar de la propia compañía así como se puede disfrutar de estar con los demás.

Y bien, no sé si yo pueda cumplir todos éstos preceptos al pie de la letra pero al menos sé que quiero intentarlo. Evidentemente cada mujer libra una lucha particular desde su trinchera y las circunstancias de cada una son únicas pero buenas noticias: nunca es tarde para re-inventarse a sí misma y buscar el equilibrio.

 Meg

 



El primer paso es ponerse los tenis – Primera parte

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Nunca me he declarado deportista. Cuando era niña, en la escuela estaba lejos de distinguirme por ser una estrella del deporte. De hecho, recuerdo que cuando “las capitanas” formaban sus equipos yo era de las últimas en ser escogida, oh sí.

Las pelotas de básquet me provocaban pavor, eran demasiado duras para mis dedos y mi coordinación era nada acertada para encestar la bola.

Cuando se organizaban carreras de relevos, yo tenía la impresión de moverme en cámara lenta.

Pegarle a una pelota de voley me irritaba la parte interna de los brazos, aunado a que cerraba los ojos en el momento en el que la veía caer de los cielos.

Recuerdo que cuando llegaba el momento de la clase de deportes, la mayoría de las veces ésta se realizaba en el horario del medio día, bajo el sol ardiente de Torreón y un calor que llegaba a atravesar la suela de los zapatos.

A mi profesor de educación física (a quién por cierto recuerdo con mucho cariño) le fascinaba broncearse y a mí todo lo contrario, me desagradaba sudar. Sus entrenamientos rayaban en lo militar, las formaciones se hacían al ritmo de “La marcha de Zacatecas” y “Cadetes de la Naval” (aun me dan escalofríos si casualmente llego a escuchar alguna). Estos temas nada femeninos para una escuela de chicas y francamente pasados de moda particularmente para mí, una puberta que gustaba de Kabah, Fey, Backstreet Boys y las Spice Girls.

En fin, sin sufrir de problemas particulares de peso gracias a una alimentación casera sana, una complexión esbelta por herencia y las maravillas del “estirón” de la adolescencia, nunca tuve –necesidad- de hacer ejercicio. Me había auto-mentalizado a que yo no era buena en ello, que eso no era para mí, que yo era la de las buenas calificaciones, la del verbo.

Siempre relacioné el ejercicio físico con dolor y esfuerzo innecesarios. Durante la universidad llevé a cabo varios intentos de actividades físicas (aunque nada constante debo decir) por influencia de buenos amigos y por la presión social de “inscribirse al gym”.

Desde que vivo en Paris mi vida ha estado lejos de ser sedentaria, no cuento con coche y utilizo el transporte público todos los días. Para quienes no saben de lo que esto se trata, el #metroparisino es un laberinto de escaleras y largas caminatas para hacer conexiones. Esto me ha permitido mantenerme en forma aunque según la opinión de mi doctor: “Hacer ejercicio a base de subir escaleras y utilizar el transporte público es perfecto… para personas que tienen 70 años”,  algo faltaba en mi vida.

Hace dos años aproximadamente, haciendo una comparación entre el alto costo de una membresía en cualquier gimnasio parisino y los bellos parques públicos dedicados al esparcimiento, decidí comenzar a correr. Al principio de manera esporádica, sintiéndolo  como obligación y pensando sólo en terminar la “larga” vuelta de dos kilómetros que me había fijado como meta para cada entrenamiento. Llegué a correr sin llevar una técnica, sin calentamiento previo, sin música, sin estirar después de terminar, sin poner atención a mi respiración y ritmo cardiaco, pensando sólo en acabar con “el martirio de la corrida” para poder pasar a otra cosa en mi lista diaria de pendientes por hacer.

Hace dos meses todo cambió, Cookies me preguntó si quería inscribirme a la carrera “10k Paris Centre” de Nike. Su argumento para engancharme convencerme fue: “tienes hasta 3 horas para terminarla”. Debo confesar que en ese momento pensé: “Bueno, si el chiste es terminarla, pues aunque lo haga en 3 horas y caminando, es posible para mí”. Así que nos inscribimos, y nos embarcamos en una aventura de entrenamientos y preparación para ese tan anhelado 10k que terminó mejorando nuestro estilo de vida y transformando mi manera de ver y hacer ejercicio.

Continuará…

Meg


Ahí tienes México

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Por: Meg

Por cada despensa, lonche o tinaco que aceptaste a cambio de tu voto,

eso sí, sintiéndote “muy listo”  porque sabes sacarle provecho al político en turno,

y crees que les estás viendo la cara…  cuando la realidad es que estás malbaratado el bienestar de tu familia…

Ahí tienes México

Por las veces que preferiste leer  “espectáculos” o “sociedad” antes que la nacional,

Ahí tienes México

Por cada vez que frente a tus amigos dijiste: “qué hueva la política” o “de qué sirve mi voto si siempre ganan los mismos”…

Ahí tienes México

Porque estuviste muy enterado de la boda de Gaviota y Peña Nieto

pero no identificas -el nepotismo- teniéndolo enfrente,

con los hermanos Moreira en Coahuila, sólo por citar algún ejemplo…

Ahí tienes México

Porque eres muy líder o muy creativo en redes sociales cuando se trata de hacer chistes de la bobada en turno,

pero no sabes a cuánto asciende la deuda de tu estado o qué se está haciendo con el dinero de tus impuestos…

Ahí tienes México

Porque te encanta estar regando noticias negativas que sólo generan  histeria colectiva sólo porque así -sí te ponen atención cuando hablas-

Ahí tienes México

Porque eres muy bueno para criticar el supuesto alcoholismo de Calderón…

cuando orinas tu sueldo cada sàbado

Ahí tienes México

Porque estás harto de ésta lucha contra el narco que sólo está dejando muertos…

pero no eres capaz de ponerle límites a tus hijos, mucho menos sabes dónde andan y haces -nada- por informarte con quién se relacionan.

Ahí tienes México

Cuando crees que se acaban los problemas si  no enciendes la televisión ni lees noticias…

Ahí tienes México

Cuando te has resignado a entregar tu país a la delincuencia  pues:

no participas, no te asocias, no discutes, no cuestionas, no lees, tomas ventaja cuando puedes, te pasas la luz roja si no te están viendo, piensas que décadas de letargo se van a resolver en un sexenio y es sólo responsabilidad de políticos.

Si tenías alguna duda de por qué tu país está como está, por qué se han cerrado negocios, por qué se ha deteriorado el turismo o de quién es culpa que no puedas salir a la calle sin tener miedo… pues

Ahí tienes México

 


Estoy perdid@, no encuentro mi brújula moral

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El mundo gira muy rápido, lo que hoy es noticia el día siguiente parecerá muy lejano… o con una analogía al estilo Twitter: el Trendind Topic de hoy mañana nadie lo recordará… (para muestra, Japón)

 

Recuerdo cuando estaba en la secundaria, llevábamos una clase que se llamaba «formación de valores», a través de la combinación del estudio de casos y el debate, nos planteaban dilemas éticos y opinábamos al respecto, en mi escuela trataban de “prepararnos para el mundo”, en ese momento no lo entendía; en aquel entonces, las opiniones estaban muy definidas y esas situaciones me parecían lejanas.

 

Hoy, cuando leo titulares de periódicos, cuando veo la “calidad” de la info que circula en los medios, me asqueo y me decepciono, tanta información me satura… todo es tan relativo… ésta realidad me decepciona.

 

Las opiniones de varios políticos o jerarcas eclesiásticos no son la mejor brújula pues sus juicios tendenciosos y la discordancia entre sus actos y lo que profesan provocan flojera y risa irónica.

 

Muchos dirían que no hay que tomarse la vida tan en serio,  ¿será?

 

¿Mantenerse al margen y no embarrarse?… Ver avanzar el mundo, por un camino que sabemos que está algo lejos de ser el correcto… ¿y no hacer nada?

 

NO, probablemente no haya una solución fácil, pero me niego a quedarme quieta, a criticar sólo hasta que sea época de elecciones o a proponer medidas hasta que «le lleguen» a algo (o a alguien) que me duela…

Por eso, en lo que llegan ideas claras, propuestas, aquí un extracto de un discurso que data de 1996, su autor Joe  Wright. Causó controversia en el momento de su proclamación, pero lo importante no son los callos que pisó en aquel entonces sino que ojalá el leer esas líneas pueda incitar un poco a la reflexión. No importa el medio, sólo el mensaje. Siempre podemos cambiar el rumbo, el punto crucial es saber a dónde.

Meg


Hemos perdido el equilibrio espiritual y hemos cambiado nuestros valores

Hemos explotado al pobre y hemos llamado a eso “suerte”

Hemos recompensado la pereza y la hemos llamado “ayuda social”

Hemos matado a nuestros hijos que aun no han nacido y lo hemos llamado “libre elección”

Hemos abatido a nuestros condenados y lo hemos llamado “justicia”

Hemos sido negligentes al disciplinar a nuestros hijos y lo hemos llamado “desarrollar su autoestima”

Hemos abusado del poder y lo hemos llamado “política”

Hemos codiciado los bienes de nuestro vecino y a eso lo hemos llamado “tener ambición”

Hemos contaminado las ondas de radio y televisión con groserías y pornografía y lo hemos llamado “libertad de expresión”

Hemos ridiculizado los valores establecidos desde hace mucho tiempo por nuestros ancestros y a esto lo hemos llamado “obsoleto y pasado”