La sensualidad de la delicadeza

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Hace unos días tuvimos la oportunidad de visitar la exposición de una de las pioneras de la pintura del siglo XVIII en Francia: Louise Élisabeth Vigée, mejor conocida como Madame Vigée – Le brun.

Creo que para apreciar el arte (en cualquiera de sus formas) no se necesita forzosamente de ser un experto en la materia. Lo principal es abrir los sentidos y dejarse llevar para interpretar lo que el autor nos quiere decir a través de su obra.

En el caso de Vigée-Le Brun el deleite es inmediato pues, con sólo contemplar sus retratos, el espectador puede imaginar una historia encerrada en la mirada de cada personaje.

No es mi intención recitar en este post su vida pero recomiendo leer su biografía para comprender un poco más el contexto histórico en el que vivió pues, se trata nada más y nada menos que del periodo de la revolución francesa, acontecimiento después del cual, ni Francia ni el mundo volvieron a ser los mismos.

Quiero compartir aquí algunos datos y anécdotas que me parecieron bastante curiosos y que pude conocer gracias a la exposición :

  • Talento de familia

Nació en una familia burgesa y su papá le transmitió la técnica de la pintura, alentándola siempre a pintar. A falta de modelos, Élisabeth retrataba a los miembros de su familia y amigos, dejando de esta manera ver su talento. Después comenzó a pintar para conocidos de la familia: importantes comerciantes y damas de la alta sociedad parisina, haciendo su fama crecer rapidamente.

  • Le brun, es el apellido de su «ex»

Se casó y adoptó el apellido de su esposo (como era la usanza francesa, y en muchos casos sigue siéndolo). El susodicho era comerciante de arte y cuenta la leyenda que se las daba del «gerente de ventas» de la pintora. Se rumora que, con el objetivo de aumentar las ventas, llevaba a Élisabeth jóvenes estudiantes de pintura para que «le echaran una mano» y así, la artista pudiera producir más y más cuadros. Cuando se separaron, el apellido ya era parte de su prestigio. Tuvieron una hija y Élisabeth era una madre bastante dedicada, tratando de conciliar su papel de madre y artista.

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  • El último grito de la moda

La sociedad parisina (siempre tan amante de la novedad, sin importar si es el siglo XVIII ó XXI :) ) comenzó a reconocerla. Tenía bastante clientela pues era capaz de plasmar el lado más bello de las personas sin alterar la realidad. Todas las damas de la alta sociedad y aristócratas, querían ser retratados por ella, y la reina Maria Antonieta no fue la excepción.

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  • La favorita de la reina

Maria Antonieta no tenía fama de ser fácil de impresionar, sin embargo Vigée-Le brun acertó con este cuadro sin tener que disimular los razgos de la soberana, convirtiéndose en la retratista predilecta de la reina, llegando a retratarla en momentos cruciales de su vida como emperatriz.

Primer retrato a Maria Antonieta

Primer retrato a Maria Antonieta

Cuentan que fue convocada para realizar esta pintura donde la reina se encuentra rodeada de sus hijos (el pequeño delfín* incluído) con el objetivo de restaurar la decaída imagen de la soberana. Alrededor de Maria Antonieta circulaban rumores de infidelidad, y el contexto político no la ayudaba tampoco. Vigée-Le brun aceptó pintar este cuadro pese a que, dentro de sus obras no figuran los retratos en grupo. Sin embargo, ¿quién podría resistirse a una petición de la reina?

La obra original se encuentra expuesta en el palacio de Versalles ;)

Maria Antonieta con sus hijos. La obra original se encuentra expuesta actualmente en el palacio de Versalles ;)

  • Indiscutible talento o prejuicios

Vigée-Le brun fue la primera mujer en poder ingresar a la Academia Francesa de Pintura. Los prejuicios misóginos de la época impedían su entrada y aceptación. Se rumoraba que había sido aceptada solamente por favor de la reina y el rey… La verdad es que sí existió una carta de recomendación de parte los soberanos, la cual definitivamente le facilitó al menos la entrada. Los altos directivos de la institución argumentaban que las mujeres no podían ingresar a la prestigiosa Academia pues era «inmoral» que las damas tuvieran que contemplar a los modelos masculinos «a poil» (al desnudo) durante algunas de las clases… bla, bla, bla  :) Ella tuvo que abrirse paso entre colegas y profesores de ideas decadentes.

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  • Exilio debido a sus amigos «incómodos»

Al estallar la Revolución Francesa y como les dieron cuello sucediendo lo que sabemos a Maria Antonieta y Luis XVI, Vigée-Le brun tuvo que dejar Francia. Con amigos tan incómodos para la Revolución, tuvo que exiliarse en varios países como Italia, Austria y Rusia. Su prestigio entre la élite social de cada ciudad la acompañaría en todo momento, durante sus 12 años de exilio.

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Muchos dirán que su prestigio se debió a sus conexiones, sin embargo para mí, las obras de Élisabeth Vigée-Le brun resaltan la belleza, sin necesidad de tener razgos perfectos; la natural elegancia de la persona, sin que forzosamente sea de cuna aristocrática; la sensualidad de sus formas, y no debido a atuendos sugestivos, sino gracias a la sensualidad que la artista logra plasmar en los detalles y razgos: labios carnosos, ojos destellantes, cabello voluminoso o mejillas rosadas. La delicadeza puede palparse gracias al balance de colores y a la técnica (óleo y pastel) sin olvidar el toque maternal… Y respecto a esto último, lo interesante es que la artista logra transmitir este atributo sin importar que el/la modelo sea una niña, una mujer, un hombre maduro o una reina… es como si hubiera tenido el don de plasmar la esencia divina que todo ser humano lleva dentro.

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Te deseo un camino en colores pastel :)

@helenistica

 

*Delfín: es el hijo del rey elegido para ocupar el trono a su muerte

 


No es cabello chino es « cabello con onda »

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Brave Merida

 

Nunca había entendido por qué en México al cabello rizado se le dice “chino” pero ya de entrada suena medio feo.

Investigando un poco al respecto, me enteré de que no tiene nada que ver con los orientales amarillos sino con el pasado mestizo de México. Sucede que, durante el mestizaje, se generó  una cruza resultado de indígenas y mulatos africanos de cabello muy rizado. A quienes se comenzó a llamar “chinos”, adjetivo con cual se denominaba a las personas que formaban parte de la servidumbre, pero que con el tiempo, se utilizó para designar a todos aquellos nacidos con el cabello rizado, rasgo distintivo de esta singular mezcla.

Cerrado el paréntesis cultural, me gustaría recalcar que probablemente la época dorada de los rizos fueron los años de “Corazón salvaje” 80’s, donde el volumen era bien visto y una melena abundante era anhelado por la mayoría.

Pero desde finales de los 90’s comenzó una campaña desacreditadora del rizo (al menos en mi escuela primaria) . Misma que se intensificó al comenzar la secundaria, pues todas queríamos tener el cabello lacio “de baba”, lo que para las chinas, como yo, implicaba una tortuosa cita con la secadora de cabello de mínimo 40 minutos (sí, las planchas no eran tan comunes como ahora).

Yo, poseedora de una melena de leona, debo confesar que durante gran parte de mi vida, viví esclava de la secadora y la plancha, persiguiendo un liso que yo consideraba más bello que mi rizo.

Después de vivir en una ciudad donde el clima es húmedo, me valió me di cuenta de que dedicar horas a planchar mi cabello era no sólo inútil sino agresivo, así que, lentamente comencé a dejar a mi cabello ser.

Aquí, en contacto con diferentes culturas, he podido apreciar diferentes tipos de rizo, texturas y espesores que van desde el afro (así, crespo tal cual) hasta el quasi ondulado, y he llegado a la conclusión de que el mío me gusta mucho.

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He aprendido a apreciar mi cabello y a interpretar los cuidados especiales que necesita. Lo he dejado seducirme poco a poco, y aunque no fue fácil dejar de lado la plancha, me he dado cuenta que me siento más auténtica dejando a mis rizos libres. No sé si más sexy o más salvaje… pero definitivamente SÍ MÁS ÚNICA, MÁS YO.

Buen camino,

Meg

YO

 


Parisina style

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Audrey Hepburn - Déjeuner chez Tiffany

El estereotipo de la mujer parisina es de glamour, lujo y seducción. Aunque haya más de leyenda que de cierto en ello, después de observar con atención, he descifrado que el estilo parisino es una equilibrada combinación de practicidad y prendas clásicas a prueba de fallos, pero eso sí, siempre con una nota de elegancia. Me dispongo a compartir aquí las claves del vestir de la mujer parisina promedio.

Parisina

 

– El negro – le noir, color por excelencia:

Muchos afirman que transmite elegancia, en mi opinión, la elegancia es una cuestión que va más allá del color (para muestra las italianas ataviadas con colores claros). Lo cierto es que el negro guarda un fuerte lazo con el código de vestimenta parisino, predominando sin importar la hora o la temporada (para corroborar la magnitud del impacto, recomiendo echar un ojo a: Mi primera vez).

Sin lugar a dudas el negro es muy socorrido debido a su practicidad: combina con todo, no se le nota la mugre, transmite sobriedad y a todos hace lucir más delgados. El gris y el azul marino son colores que al igual que el negro, pueden usarse todo el año sin problemas.

– Las balerinas – les ballerines, un clásico total:

A mi llegada fue desestabilizador el tener que resignarme a dejar guardados los tacones en el closet (soy modelo compacto). Con el tiempo se comprende que es una medida a tomar si no se quiere parecer pollito espinado o suicida en las escaleras del metro.

Por ello les ballerines constituyen la solución ideal: coquetas, femeninas, cómodas, en todos los colores y composiciones.  Y, para las que no se resignan al zapato de piso, siempre estará disponible el calzado de tacón pequeño y/o compensado… (O el llevar los tacones de Miss Universo guardados en la bolsa :P).

– La gabardina – la Trench :

Esta prenda no es un abrigo, no es un sweater ni tampoco un impermeable pero resulta imprescindible pues es ligera, protege de la lluvia y del fresco de las noches parisinas. Se usa bastante durante la primavera, verano y el inicio del otoño.

– El Bolso – le sac à main «Longchamp»:

Cuando llegué a Paris, no cabía en el asombro de ver tantas mujeres con estos bolsos. Cada vez que salía me dedicaba a llevar la cuenta de los que veía por las calles (no es broma). No me explicaba la popularidad de un modelo en particular: aquel sin divisiones en el interior, hecho en nylon (¡!), que lo único que tiene en piel son las asas y una pequeña cobertura decorativa con un perro galgo y que además cierra con un simple zipper (¡!)…

Después de tres bolsos he descubierto el porque. Este modelo, creado en 1993 por la tradicional Casa Longchamp, llegó a venderse a razón de un ejemplar cada 15 segundos. El mismo se ha vuelto casi una insignia de la parisina promedio debido a su practicidad: fácil limpieza, forma sencilla (profundo interior) puede plegarse, cuenta con un cierre que protege totalmente su contenido y disponible en una gran cantidad de simpáticos colores.

Claro que no son los únicos bolsos, hay de todo como en cualquier lugar (en piel, sintéticos, de lujo) PERO se tiene que reconocer la presencia de marca y el acierto que tuvo LONGCHAMP con ese modelito.

-Las medias – les collants:

Hace algún tiempo escuché a una reconocida comunicóloga mexicana decir que las medias estaban pasadas de moda… inmediatamente pensé: NUNCA en Paris.

Aquí pueden usarse la mayor parte del año, debido a que protegen del fresco y hasta me atrevo a decir que es también porque ayudan a disimular los “petits poils” (vellitos) hasta el momento oportuno para hacerse la depilación. Recordemos que la parisina es practicidad ante todo.

Aliadas de la minijupe (minifalda), debo hacer hincapié en que el dominio de las medias es todo un arte: que va desde la manera de ponerlas correctamente hasta no romperlas durante el día; y sí, en mi opinión, el usarlas hace sentir de inmediato cierto aire de femme fatale (mujer fatal) 😉

– El paraguas- le parapluie:

También conocido como “sombrilla”, esto claro dependiendo del lugar donde se utilice, y como en Paris hay más lluvia que sol, lo dejaremos en parapluie (paraguas).

En Paris siempre se debe traer uno en la bolsa pues la lluvia forma parte del diario vivir, el clima es sumamente cambiante. Nada de modelos enormes como el de “El Pingüino» en Batman. El paraguas debe ser plegable y caber en el bolso más diminuto.

-La mascada – le foulard:

No, no es tener complejo de Audrey Hepburn ni aires de grandeza. La foulard es una prenda básica cuya función es proteger el cuello de las corrientes de aire, de los cambios de temperatura a lo largo del día (no de quitar el frío). Esto es completamente comprensible pues el viento siempre está presente en las escaleras del metro o al andar por las calles.

– El cabello – les cheveux:

Aquí es raro ver personas con el cabello mojado por la mañana. En general, muchas parisinas tienen el hábito de ducharse la noche anterior (supongo que es para ganar unos minutos más de sueño), de usar secadora de cabello o de no lavar éste a diario (ese es otro tema que, debido a su polémica, trataremos en otra ocasión).

Una cosa es definitiva, la regla no escrita sobre el cabello en Paris es –NO peinarse de relamido como abanderada de la escolta-.

Al cabello se le deja ser y punto. Si se lleva recogido, se dejan mechones fuera de lugar (borditos) de manera intencional, el volumen es algo anhelado en las melenas. Desde la tierna infancia, las pequeñas llevan el cabello suelto y no les exigen ir peinadas con kilos de gel, como si hubieran metido la cabeza en la boca de algún león. El cabello no es percibido como sinónimo de insurrección, como sucede en algunos sistemas educativos de otras culturas (me atrevo a decir).

– Lo que nunca se verá en Paris:

Pants para hacer ejercicio como outfit cuando NO se va a hacer ejercicio. Es común ver en EUA o México a mujeres maquilladas o con el cabello arreglado pero vestidas en conjunto de pants y jersey para salir a hacer compras o para transmitir un aire relajado.

En Paris no es el caso, y si se desea andar en ropa cómoda para salir a realizar dichas diligencias, se escoge otro tipo de ropa pues los pants NO aplican para salir de casa si no es para salir a hacer ejercicio.

 

Algunos se desilusionan al llegar a Paris y percibir el vestir opaco de la mayoría, cuando la ciudad es concebida como uno de los íconos de la moda, cuna de grandes diseñadores. Aunque se pueden ver much@s “vestid@s a la última tendencia” la sorpresa llega al descubrir que gran parte son turistas orientales :) .

La parisina que VIVE de planta en la ciudad, no la turista ni la bloguera de moda, sabe que su vestir debe permanecer práctico, permitiéndole desplazarse en bicicleta (o moto), hacer largas caminatas, subir o descender escalones sin problema. Ella busca guardar un estilo propio pero siempre cuidando de no llamar la atención demasiado.

Lo mágico es que siempre impregna en su vestir su sello personal, llevando en sí misma, quizás sin saberlo, prendas que han permanecido a través del tiempo, belleza y un aire nostálgico que resulta encantador.

Meg


Los diez mandamientos de la nueva ñora (2.0)

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Pues sí, dicen que el primer paso es reconocerlo 😛 … no es cierto. Fuera de bromas y como comentaba en el pasado post «¿Acaso soy una ñora?» el término exige ser redefinido de acuerdo a las nuevas tendencias.

Sola o en pareja, con o sin hijos, arriba de los veinte o de los cincuenta, creo que hay una serie de puntos a recordar para no quedarse atrás, para no pertenecer a esa antigua y decadente generación de ñoras que lejos de imprimirle valor al género femenino lo caricaturizan un poco.

Escribo pues estos puntos como un recordatorio para mí misma en el futuro, para no olvidar, para todas aquellas que se resisten a la idea de que los cambios son parte de la vida, que no se tienen 20 siempre. Para las solteras, para las casadas, para las jóvenes, para las experimentadas…

Va con mucho cariño esperando que, no importa en qué etapa de su vida se encuentren, siempre sean plenas, y tengan amor a sí mismas para después, poder dar a los demás.

Los diez mandamientos de la nueva ñora (2.0)

1. Opiniones propias tendrás

Nada de: «Alberto dice”, “Rogelio piensa”, “David quiere”… como centro de tu conversación. No dejarás a alguien más la responsabilidad de pensar por ti. No tendrás miedo de decir: “YO digo”, “YO pienso”, “YO quiero”.

2. Tus más profundas pasiones nunca olvidarás

Recordarás siempre eso que te movía antes de vivir en pareja, casarte o ser madre. Es evidente que los temas de conversación de una persona se centran en sus áreas de interés y que las mismas cambian con el tiempo pero PROCURARAS tener un tema propio: no tus hijos, no tu pareja, algo que se enfoque en ti, que te guste a ti.

3. A tus amigas frecuentarás

Por más tiempo que te guste pasar con tu pareja ô por más apretada que tengas la agenda, harás espacio para pasar un rato entre amigas. Si tus amistades se han visto impactadas por los cambios en tu vida buscarás otras nuevas.

4. De tu cuerpo y salud cuidarás

No pondrás como pretexto a algo o a alguien para descuidarte. No olvidarás tu lado sexy y sensual. Te arreglarás para alguien SI, lo harás para TI.

5. Objetiva e informada permanecerás

Las redes sociales y las tecnologías de la información, sin miedo y para bien, habrás de utilizar. Antes de opinar te informarás.Nada de exageraciones, chismerío ni de tratar de imponer tus opiniones, éste tipo de conductas le resta puntos a tu credibilidad.

6. Los prejuicios de lado dejarás y la crítica moderarás

Si bien es cierto que la capacidad de observación de algunas mujeres se agudiza con la edad, la manera en la que los otros vivan no es asunto tuyo. Los prejuicios evidencian la manera de pensar de la época en la que fuiste educada. Los usos y costumbres evolucionan, todo cambia.

7. Sobre tu edad no mentirás

(Eso es muy ñora de los 80’s – 90’s). Siéntete orgullosa de los años que has vivido, de tus heridas de guerra, sean: un corazón roto, arrugas, estrías o canas.

8. A viajar ligera aprenderás

No, esto no tiene nada que ver con maletas, tiene que ver con la capacidad de perdonar para no guardar resentimientos y andar ligera por la vida.

9. Profundamente te conocerás

Sabrás identificar cuando estás sensible por cambios hormonales o por el clima, cuando estás enojada con tu pareja o con tu jefe. Lo identificarás rápido, tratarás de hablar claro y no andarás regando amargura por doquier ni colgando milagritos a quiénes no les corresponde.

10. Estar sola tu disfrutarás

La dependencia y la ansiedad serán los estados emocionales a evitar. Vencer el miedo a estar sola, a estar con una misma, es algo que toda mujer debe saber. Es algo diferente a andar de arriba para abajo todo el día para no pensar… es más profundo que estar trabajando hasta tarde como loca para no sentir. Es algo que parte del hecho de cultivar una relación íntima con una misma, que deriva del autoconocimiento y de saber disfrutar de la propia compañía así como se puede disfrutar de estar con los demás.

Y bien, no sé si yo pueda cumplir todos éstos preceptos al pie de la letra pero al menos sé que quiero intentarlo. Evidentemente cada mujer libra una lucha particular desde su trinchera y las circunstancias de cada una son únicas pero buenas noticias: nunca es tarde para re-inventarse a sí misma y buscar el equilibrio.

 Meg

 


Ser mujer en tiempos de encueratrices

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¿Cómo mantener elevada tu autoestima en una época en la que todas se quitan la ropa? Cuando las cirugías, el botox (o ya de perdida un «photoshopazo») están al alcance de cualquiera…

Y ahí estás tú, nunca se te había exigido tanto. No basta con que te mates trabajando todo el día, que seas independiente, que te partas en pedacitos para estar con quien te necesita, que seas divertida, interesante o buena gente. No es suficiente porque eso en el mundo de hoy -ya no vende-.

Hoy en día tienes a toda la bola babeando por aquella que se encuera más. Así de fácil, hoy se cuenta con un ideal de belleza bastante elevado: figura perfecta y sugerente, bubis grandes, trasero firme, cabello glamouroso, piel tersa… Y por supuesto el guardaropa ideal que haga verse siempre sexy y con estilo. No hay derecho a tener un mal día, ni siquiera a amanecer sin ganas de peinarse. ¿Hasta qué extremo hemos llegado que hay mujeres que dejan de comer lo que les gusta simplemente por el miedo de pasar de talla S a M? ¿Hasta qué punto nos lavaron el cerebro haciéndonos creer que a los 30 a una mujer ya se le está yendo “la primavera”? (Primavera mis calzones! )
Y no, nadie dijo que ser bella fuera pecado, el problema es que éste estándar de belleza que se nos vende es fabricado, no natural.

Y a pesar de que al ver éstas imágenes estamos consientes de que el éxito del “impacto visual” es debido a la cirugía, al fotógrafo o a algún software, las mujeres mismas nos exigimos parecernos a estos modelos muchas veces poniendo en riesgo nuestra salud física cayendo de paso en la frustración emocional (depresión) por no poder amanecer cada mañana como modelo de portada de revista.

¿Dónde quedó la esperanza para la mujer promedio? Para aquella mujer real que se encarga de ser -ella misma- su propio maquillista, estilista, asesor de imagen, entrenador, nutriólogo…

Reconozco el atractivo de todas las que se quitan la ropa (sé que de algo tienen que comer…) pero me regocijo de “las mujeronas” que hacen congruente su exterior con su interior, que son sexys, inteligentes, capaces, amorosas, que se esfuerzan, que logran lo que se proponen y que no necesitan enseñar para traer babeando a varios porque son auténticas. Esa es la belleza que perdura y, ese tipo de mujer siempre tendrà por lo menos a alguien que la quiera y ese alguien es: ella misma.

Meg