La importancia de saber decir NO

Culturalmente a los mexicanos, nos es difícil decir NO. Muchos podrán jactarse de ser directos, de no tener «pelos en la lengua» para decir las cosas, pero a la hora de los trancazos… la verdad es que la gran mayoría experimentamos diferentes grados de incomodidad.

Preferimos decir SI antes que decir NO. Aunque sepamos de antemano que después rajaremos anularemos. Optamos por un NO diferido pues creemos que así se siente menos.

Este rasgo cultural es debido probablemente a la manera en la que fuimos educados: asociando la negativa con el conflicto, y a los mexicanos eso de evadir el conflicto se nos da bien. A lo mejor porque nos importa el qué dirán: la opinión que el otro (el receptor del no) o la sociedad puedan llegar a formarse de nosotros.

Si nos ponemos literales, desde nuestro hablar, se percibe una incongruencia entre lo que decimos y lo que en verdad pensamos o estamos dispuestos a hacer. Por ejemplo: Estas en tu casa… (Cuando recibes a alguien por primera vez) / Mucho gusto… (Cuando no sientes gusto nada especial) / De nada… (Cuando francamente sí esperas algo a cambio) / Mande usted… (Como dando carta abierta a los deseos del interlocutor), etc. El lenguaje nos compromete de más y acabamos sintiéndonos mal por muchas veces no poder sostener eso que el formalismo nos dicta.

Pero volviendo a la situación específica de decir NO, lo más penoso es cuando se utiliza un pretexto falso para “excusarse”, y que resulta peor al toparse con personas que no entienden indirectas (conchudos, imprudentes, sinvergüenzas…) y que insisten, poniéndole solución a la excusa que anteriormente les fue dada, orillándonos a una posición todavía más incómoda: la de buscar un nuevo pretexto. Todo esto podría evitarse diciendo un NO contundente desde un inicio, con o sin explicación adjunta, importando poco lo que los demás puedan decir o pensar de nosotros.

Acaso el decir NO nos convierte en malas personas? Nos hace “mala gente”? NO! No olvidemos que nosotros también somos gente.

Aprender a decir NO de manera directa es una experiencia liberadora que debe practicarse constantemente, así se ejercita 😛 y saldrá cada vez más natural. Negarse puede provocar remordimientos al principio sin embargo, de no aprender a hacerlo estaremos condenados eternamente a pasar por alto a la persona más importante, con la primera que tenemos que quedar bien y que merece todo el respeto posible: UNO MISMO.

Meg


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