La intuición

Posted on

Ese pensamiento fugaz, esa quasi imperceptible cosquilla, cual susurro al oído que indicara por dónde ir, como un ligero roce para que dirigir la atención a algún detalle.

No, no tiene que ver con el azar, la paranoia o el fatalismo (“mal pensadez”). Tampoco tiene fundamento científico y por lo mismo es sub-valorada.

La intuición, es la sensibilidad que todos tenemos, pero que no todos desarrollamos, misma que nos avisa y protege, pues es nuestra conexión con lo divino.

No sé cómo había pasado tanto tiempo con mi intuición dormida. No quiero parecer dogmática pero cuando le hago caso, las cosas me fluyen mejor.

«Creo que empiezo a entender…» 😛

Meg


Le secret du bonheur – El secreto de la felicidad

Posted on

Je conduis ma vie – Yo conduzco mi vida

Je crée mon futur – Yo creo mi futuro

J’accepte ce qui est – Yo acepto las cosas como son

J’accueille chaque événement comme étant juste – Yo recibo cada suceso con aceptación de que es justo lo que necesito

Je respire – Yo respiro

«A vouloir les événements comme ils arrivent : c’est le secret du bonheur» Epictète

«Recibir los sucesos tal cual llegan : es el secreto de la felicidad» Epicteto

Meg


Je l’aime à mourir – Francis Cabrel

Posted on

Para mi abue, a 5 años de tu partida. Soy mejor persona gracias a todo lo que con tu ejemplo me enseñaste.

«Elle a dû faire toutes les guerres, pour être si forte aujourd’hui, elle a dû faire toutes les guerres, de la vie, et l’amour aussi…»

«Ella debió librar todas las guerras, para ser fuerte como ahora, debió librar todas las guerras, de la vida y del amor también…»

 

Francis Cabrel – Je l’aime à mourir 


Los diez mandamientos de la nueva ñora (2.0)

Posted on

Pues sí, dicen que el primer paso es reconocerlo 😛 … no es cierto. Fuera de bromas y como comentaba en el pasado post «¿Acaso soy una ñora?» el término exige ser redefinido de acuerdo a las nuevas tendencias.

Sola o en pareja, con o sin hijos, arriba de los veinte o de los cincuenta, creo que hay una serie de puntos a recordar para no quedarse atrás, para no pertenecer a esa antigua y decadente generación de ñoras que lejos de imprimirle valor al género femenino lo caricaturizan un poco.

Escribo pues estos puntos como un recordatorio para mí misma en el futuro, para no olvidar, para todas aquellas que se resisten a la idea de que los cambios son parte de la vida, que no se tienen 20 siempre. Para las solteras, para las casadas, para las jóvenes, para las experimentadas…

Va con mucho cariño esperando que, no importa en qué etapa de su vida se encuentren, siempre sean plenas, y tengan amor a sí mismas para después, poder dar a los demás.

Los diez mandamientos de la nueva ñora (2.0)

1. Opiniones propias tendrás

Nada de: «Alberto dice”, “Rogelio piensa”, “David quiere”… como centro de tu conversación. No dejarás a alguien más la responsabilidad de pensar por ti. No tendrás miedo de decir: “YO digo”, “YO pienso”, “YO quiero”.

2. Tus más profundas pasiones nunca olvidarás

Recordarás siempre eso que te movía antes de vivir en pareja, casarte o ser madre. Es evidente que los temas de conversación de una persona se centran en sus áreas de interés y que las mismas cambian con el tiempo pero PROCURARAS tener un tema propio: no tus hijos, no tu pareja, algo que se enfoque en ti, que te guste a ti.

3. A tus amigas frecuentarás

Por más tiempo que te guste pasar con tu pareja ô por más apretada que tengas la agenda, harás espacio para pasar un rato entre amigas. Si tus amistades se han visto impactadas por los cambios en tu vida buscarás otras nuevas.

4. De tu cuerpo y salud cuidarás

No pondrás como pretexto a algo o a alguien para descuidarte. No olvidarás tu lado sexy y sensual. Te arreglarás para alguien SI, lo harás para TI.

5. Objetiva e informada permanecerás

Las redes sociales y las tecnologías de la información, sin miedo y para bien, habrás de utilizar. Antes de opinar te informarás.Nada de exageraciones, chismerío ni de tratar de imponer tus opiniones, éste tipo de conductas le resta puntos a tu credibilidad.

6. Los prejuicios de lado dejarás y la crítica moderarás

Si bien es cierto que la capacidad de observación de algunas mujeres se agudiza con la edad, la manera en la que los otros vivan no es asunto tuyo. Los prejuicios evidencian la manera de pensar de la época en la que fuiste educada. Los usos y costumbres evolucionan, todo cambia.

7. Sobre tu edad no mentirás

(Eso es muy ñora de los 80’s – 90’s). Siéntete orgullosa de los años que has vivido, de tus heridas de guerra, sean: un corazón roto, arrugas, estrías o canas.

8. A viajar ligera aprenderás

No, esto no tiene nada que ver con maletas, tiene que ver con la capacidad de perdonar para no guardar resentimientos y andar ligera por la vida.

9. Profundamente te conocerás

Sabrás identificar cuando estás sensible por cambios hormonales o por el clima, cuando estás enojada con tu pareja o con tu jefe. Lo identificarás rápido, tratarás de hablar claro y no andarás regando amargura por doquier ni colgando milagritos a quiénes no les corresponde.

10. Estar sola tu disfrutarás

La dependencia y la ansiedad serán los estados emocionales a evitar. Vencer el miedo a estar sola, a estar con una misma, es algo que toda mujer debe saber. Es algo diferente a andar de arriba para abajo todo el día para no pensar… es más profundo que estar trabajando hasta tarde como loca para no sentir. Es algo que parte del hecho de cultivar una relación íntima con una misma, que deriva del autoconocimiento y de saber disfrutar de la propia compañía así como se puede disfrutar de estar con los demás.

Y bien, no sé si yo pueda cumplir todos éstos preceptos al pie de la letra pero al menos sé que quiero intentarlo. Evidentemente cada mujer libra una lucha particular desde su trinchera y las circunstancias de cada una son únicas pero buenas noticias: nunca es tarde para re-inventarse a sí misma y buscar el equilibrio.

 Meg

 


¿Acaso soy una ñora?

Posted on

No sé si estoy pasando por una crisis de la edad o qué me sucede… lo cierto es que me encuentro en la veintena y a pesar de que no entré en pánico cuando cumplí los veinticinco hay algunos pensamientos que me asaltan de repente, cuestionándome la pertinencia de los roles que actualmente vivo versus la imagen de lo que se espera de mí o lo que los medios quieren vender al segmento de mujeres “de mi edad”.

Sucede que vivo entre dos tierras, es así. Aunque no de manera física formo parte de la sociedad mexicana. Al mismo tiempo, dada mi ubicación geográfica lucho por tener un lugar dentro de la sociedad francesa, enfrentándome así a una diferencia de costumbres entre el conservadurismo mexicano (latinoamericano) y la apertura europea (en general).

Poniéndolo más claro, cuando reviso mi timeline de Facebook, es fácil ver la diferencia entre mexicanos y franceses por el contenido de sus publicaciones. Mi timeline mexicano está lleno de fotos de bodas y ultrasonidos… en mi timeline europeo las bodas son escasas y, aunque se puede ver que hay parejas que se encuentran viviendo juntas, no es necesario que estén casadas. Tengo la ligera impresión de que las mujeres mexicanas adoptan una actitud diferente en cuanto se casan y eso me genera un poco de conflicto.

En toda sociedad, el hecho de firmar un contrato legal o religioso transforma automáticamente a la señorita en “señora” (Y aclaro que se trata específicamente de la mujer porque los hombres no pasan de señoritos a señores). Pero dentro del contexto mexicano este cambio es sumamente radical ya que da por hecho el cumplimiento de ciertas obligaciones domésticas, y expulsa inmediatamente a la fémina fuera del mercado, dicho de otra forma: posiciona a la mujer más cerca de la imagen de madre de familia que de la de objeto del deseo.

¿Cuáles son los factores que vuelven a una mujer “ñora”? ¿Por qué ser “ñora” puede relacionarse más con edad avanzada que con algo sexy? ¿Hay una edad para la “ñorez”? ¿Existirán acaso determinados hábitos que delatan a las “ñoras”?

Son estas reflexiones las que discutía recientemente con una de mis mejores amigas, la cual, a pesar de vivir sola desde la preparatoria ha reconocido desde siempre tener una personalidad algo «ñora». Dado que NO nos identificamos con esa imagen devaluada del término creo que es el momento justo de brindar un significado más apropiado y actual al concepto (y sus derivados), dejando de utilizarlo para restregar un estatus social, más propio de un género que de otro, o simplemente como calificativo despectivo.

Eres ñora desde que haces conciencia de que no puedes vivir de atún, de que la ropa que se acumula no se lavará sola, desde que te haces responsable de surtir tu despensa y administrar el dinero de manera que ningún comerciante (sea un supermercado o alguna institución bancaria) te vea la cara. Eres una ñora triunfante cuando superas la prueba de realizar ágilmente una labor desconocida, desde cocer una sopa, cambiar una llanta, planchar una prenda o destapar un desagüe. Eres una ñora hecha y derecha cuando no se te va una y te trabajan la mente y la intuición a la velocidad de la luz.

No, no hay edad para ser  ñora, se aprende, se desarrolla. Si me preguntan, no debería ser exclusivo del género femenino y en lugar de ser percibido como cero sexy debería ser considerado super hot (como sucede con los hombres hogareños, tan cotizados ellos ).

No hay que estereotipar, una ñora no necesariamente es fan del que-hacer doméstico pero sí sabe brindar soluciones. Independientemente de contar con la fortuna de tener gente que sepa resolverle a uno ciertas situaciones, el know-how de la ñorez debería ser incluido en algún manual de subsistencia para el cotidiano de la vida, quizás así se reduciría la cantidad de gente inútil (hombres y mujeres) que anda circulando por ahí.

El otro día comentaba con  mi madre el asombro ante los cambios producidos en mi persona durante estos tres años desde que dejé el hogar de mis padres, entre los cuales puedo mencionar: la destreza para desarrollar ciertas tareas domésticas, la mal pensadez agudeza mental, el decir las cosas de manera clara y sin tapujos,  el estar un paso adelante, el contar con la habilidad para atar cabos rápidamente, etc. totalmente desconcertada le dije a mi mamá: ¡Creo que estoy envejeciendo! Ella, con la serenidad que la caracteriza me respondió: “Hija mía, bienvenida al mundo de las mujeres observadoras”.

Meg

Sobre el mismo tema: Los diez mandamientos de la nueva ñora (2.0)

 


El primer paso es ponerse los tenis – Segunda parte

Posted on

Los dos principios básicos:

1. El adoptar un nuevo hábito exige, casi siempre, mayor esfuerzo al inicio.

Al principio habrá que armarse de voluntad y establecer una rutina. Es común que al empezar, ante el más mínimo –INSERTE AQUÍ EL PRETEXTO- (compromiso repentino, exceso de trabajo, signo de cansancio, condición climatológica, cambio de ánimo,  etc.) uno se diga a sí mismo “Hoy no voy, mejor mañana”.  Es por eso que, se debe respetar el espacio de tiempo que se haya decidido dedicar al entrenamiento y defenderlo cual si fuera tan importante como ir a la escuela o al trabajo.

2. La motivación sin un plan de acciones no es nada y se extingue rápidamente.

Para evitar que todo quede sólo en buenas intenciones es recomendable trazar un plan de entrenamiento o determinar los horarios y los días en los que se correrá. Es importante ser realista. También es interesante preguntarse a sí mismo la razón por la cual se está tomando la decisión de empezar a correr. Qué nos impulsa? El tener un hobbie, el des-estresarse, el mejorar la salud, el perder peso, etc. Es bastante positivo identificar los motivos para tenerlos siempre presentes, sobre todo en los momentos de debilidad.

Para correr lo único que hace falta es determinación…

A casi dos meses del 10Km Paris Centre, establecimos un planning con entrenamientos de 3 veces por semana que exigía: dormir temprano para levantarse a correr, reducir el consumo de alcohol y quesos, y en Francia: ça c’est dur!. La estoica decisión impactó “ligeramente” nuestra vida social (pero eso ya es harina de otro costal). Como lo he mencionado ya, el entrenar exige principalmente de constancia y fuerza de voluntad.

Debo confesar que al principio, mi cuerpo tenía algo así como una señal de alarma en cuanto detectaba haber cumplido con los reglamentarios “2Km” que solía hacer antes. Automáticamente después de pasada ésta recta, mi cuerpecito empezaba a indicarme «que ya no quería correr» a través de la fatiga, el pulso acelerado, el mal genio,  oponiendo resistencia. La primera vez que hice 4Km sin detenerme y en intervalos estaba furiosa y terminé regañando a Cookies quien la hace de mi Coach.

En un inicio me costaba trabajo salir a correr, pretextos nunca faltarán, pero debo decir que el hacer ejercicio en pareja ayuda a que, cuando alguno de los dos piensa en declinar, el otro la hace de contra-peso motivador.

Me gustaría mencionar que, pasadas 3 semanas de entrenamiento constante, comencé a sentir un compromiso con mi rutina personal de entrenamiento. Posteriormente, sola o acompañada, empecé a disfrutar el simple hecho de correr. Comencé a poner atención a mi respiración, a descubrir por dónde me gustaba más correr, a qué hora, qué tipo de música me estimulaba verdaderamente y he aquí lo fundamental: me di cuenta de que, cuando mi cuerpo estaba por alcanzar el umbral del cansancio de los 2 ô 5Km (cuando yo sentía que ya no podía más) bastaba sólo con continuar corriendo para sentirme mejor. Así es, el secreto está en NO detenerse. Uno puede reducir la velocidad y respirar más profundamente pero la clave es: NO PARES – SIGUE SIGUE- .

Faltaría decir que corrí el 10Km Paris Centre en 1h03 (y no lo terminé en «3 horas y caminando» como pensaba). Me divertí mucho, durante los entrenamientos y «el gran día». Nunca me imaginé que mi primera carrera sería un 10 Km (y mucho menos en Paris) pero creo que lo que esta experiencia prueba es que es posible lograr una meta si se trabaja duro en ella y sobre todo: cuando se disfruta el camino.

Pasada la carrera sigo entrenando, el desafío ahora es hacerlo pese al #frío, #lluvia, #viento, #invierno… pero la verdad es que desde que descubrí que soy una #runner no puedo parar y no voy a parar.

Meg

Cookies y yo

 

Amigos mexicanos en el 10Km Paris Centre


El primer paso es ponerse los tenis – Primera parte

Posted on

Nunca me he declarado deportista. Cuando era niña, en la escuela estaba lejos de distinguirme por ser una estrella del deporte. De hecho, recuerdo que cuando “las capitanas” formaban sus equipos yo era de las últimas en ser escogida, oh sí.

Las pelotas de básquet me provocaban pavor, eran demasiado duras para mis dedos y mi coordinación era nada acertada para encestar la bola.

Cuando se organizaban carreras de relevos, yo tenía la impresión de moverme en cámara lenta.

Pegarle a una pelota de voley me irritaba la parte interna de los brazos, aunado a que cerraba los ojos en el momento en el que la veía caer de los cielos.

Recuerdo que cuando llegaba el momento de la clase de deportes, la mayoría de las veces ésta se realizaba en el horario del medio día, bajo el sol ardiente de Torreón y un calor que llegaba a atravesar la suela de los zapatos.

A mi profesor de educación física (a quién por cierto recuerdo con mucho cariño) le fascinaba broncearse y a mí todo lo contrario, me desagradaba sudar. Sus entrenamientos rayaban en lo militar, las formaciones se hacían al ritmo de “La marcha de Zacatecas” y “Cadetes de la Naval” (aun me dan escalofríos si casualmente llego a escuchar alguna). Estos temas nada femeninos para una escuela de chicas y francamente pasados de moda particularmente para mí, una puberta que gustaba de Kabah, Fey, Backstreet Boys y las Spice Girls.

En fin, sin sufrir de problemas particulares de peso gracias a una alimentación casera sana, una complexión esbelta por herencia y las maravillas del “estirón” de la adolescencia, nunca tuve –necesidad- de hacer ejercicio. Me había auto-mentalizado a que yo no era buena en ello, que eso no era para mí, que yo era la de las buenas calificaciones, la del verbo.

Siempre relacioné el ejercicio físico con dolor y esfuerzo innecesarios. Durante la universidad llevé a cabo varios intentos de actividades físicas (aunque nada constante debo decir) por influencia de buenos amigos y por la presión social de “inscribirse al gym”.

Desde que vivo en Paris mi vida ha estado lejos de ser sedentaria, no cuento con coche y utilizo el transporte público todos los días. Para quienes no saben de lo que esto se trata, el #metroparisino es un laberinto de escaleras y largas caminatas para hacer conexiones. Esto me ha permitido mantenerme en forma aunque según la opinión de mi doctor: “Hacer ejercicio a base de subir escaleras y utilizar el transporte público es perfecto… para personas que tienen 70 años”,  algo faltaba en mi vida.

Hace dos años aproximadamente, haciendo una comparación entre el alto costo de una membresía en cualquier gimnasio parisino y los bellos parques públicos dedicados al esparcimiento, decidí comenzar a correr. Al principio de manera esporádica, sintiéndolo  como obligación y pensando sólo en terminar la “larga” vuelta de dos kilómetros que me había fijado como meta para cada entrenamiento. Llegué a correr sin llevar una técnica, sin calentamiento previo, sin música, sin estirar después de terminar, sin poner atención a mi respiración y ritmo cardiaco, pensando sólo en acabar con “el martirio de la corrida” para poder pasar a otra cosa en mi lista diaria de pendientes por hacer.

Hace dos meses todo cambió, Cookies me preguntó si quería inscribirme a la carrera “10k Paris Centre” de Nike. Su argumento para engancharme convencerme fue: “tienes hasta 3 horas para terminarla”. Debo confesar que en ese momento pensé: “Bueno, si el chiste es terminarla, pues aunque lo haga en 3 horas y caminando, es posible para mí”. Así que nos inscribimos, y nos embarcamos en una aventura de entrenamientos y preparación para ese tan anhelado 10k que terminó mejorando nuestro estilo de vida y transformando mi manera de ver y hacer ejercicio.

Continuará…

Meg


Con un nudo [francés] en la garganta

Posted on

Desde muy pequeña, en la familia se me apodó “Susanita” en referencia a la parlanchina amiguita de Mafalda, aquel personaje de Quino que adora expresar –todo- a detalle.  Siempre gustosa de escribir y hablar en público, nunca fue problema compartir mis ideas o sentimientos, hasta que llegué a Francia…

Durante los dos años y medio que llevo por aquí, no ha habido un solo día en que no confirme que una de las necesidades básicas del ser humano es: comunicarse.

Yo llegué como muchos, aprendiendo a hablar como lo hace un niño, con cursos intensivos del idioma durante meses. Y sólo quienes viven (o han vivido) en un país cuya lengua les es desconocida saben la victoria personal que puede representar el ir a la tienda de la esquina y que te entiendan… aunque de pasada te lleves una mueca de desprecio de la dependienta que te mira como si fueras un bicho raro emitiendo sonidos guturales incomprensibles. Lógico, tienes apenas un tiempo viviendo en un segundo o tercer idioma mientras que en la Unión Europea el 44% de los habitantes solamente habla uno.

Y bueno, hay que tener paciencia y humildad con aquellos que creen que, por no hablar el idioma como ellos, tuvieras algún retraso mental o fueras estúpido. Francamente no sabes si te enfrentas a personas defendiendo celosamente su idioma o a racistas que piensan que eres uno más de los extranjeros que vienen a invadir su país  porque –según ellos- no hay oportunidades en el tuyo.

Y aguantas, aunque te tropieces una y otra vez, lo peor que puedes hacer es quedarte callado y aislarte. Conforme pasa el tiempo tratas de sacar la casta, tienes tu orgullo y ya no te conformas con que te entiendan sino que buscas mejorar, aspiras a perfeccionarte porque quieres ser tomado en serio, integrarte y poder comunicarte como lo hacías en tu lengua.

Y así estoy yo, después de cursos intensivos de francés, de trabajar en un restaurante para mejorar la pronunciación, pasados algunos meses de estudios de la maestría…  actualmente me encuentro haciendo prácticas profesionales y me siento como ARIEL, “La Sirenita”. Cada día es un desafío extenuante tratando de mostrar mis capacidades pese a no poder hablar… como yo quisiera.

Meg

 


« Etre bien dans sa peau » Sentirse bien en su propia piel

Posted on

Esta es una de las frases de la lengua francesa que más me gustan. Haciendo una traducción literal al español sería algo así como: “estar bien en su piel” pero a mis ojos, esta frase tiene un significado más profundo que el de esas simples palabras.

“être bien dans sa peau” es aceptarse tal cual un@ es, y digo –aceptarse- NO resignarse, conformarse ni nada por el estilo. Es estar cómod@s con lo que somos, es una actitud, un estado mental que está más cerca del equilibrio que de la perfección y a su vez, más cerca también de la felicidad.

Cuántas veces no nos descubrimos tristes,  cansados, tratando de cumplir con expectativas ajenas… cuántas veces no hemos sido severos con nosotros mismos, revisando nuestros defectos con la lupa de la auto-crítica (más dura de lo regular por cierto) para tratar de encajar en lo que “pensamos” que se espera de nosotr@s, en lo que “deberíamos ser o tener”…

Y no, no está mal cuidar nuestro cuerpo, ni aspirar a tener una calidad de vida mejor, una casa, un mejor trabajo, etc.; el problema es cuando sufrimos por conseguirlo, porque tenemos ese “objetivo” tan fijo en la mente que dejamos de ver y agradecer las cualidades y bendiciones con que contamos en éste momento. Es algo así como dejar de vivir en tiempo presente para querer transportarse al futuro… esto definitivamente no llegará por más que lo deseemos ya que no podemos apresurar al tiempo.

Cuando tomamos conciencia de lo que somos, de lo que valemos, nuestro panorama cambia y somos más plenos. Cuando nos aceptamos y nos perdonamos, vivimos en paz con  nosotros mismos, nuestro semblante cambia, nuestro humor, nuestras relaciones… y una cadena de hechos, personas y cosas positivas comienzan a llegar a nuestra vida.

 

La alegría existe cuando uno es lo que debe ser, por eso me gusta tanto ésta frase “être bien dans sa peau”

Meg

 

 


S.O.S llegaron las rebajas!!!

Posted on

Ayer navegaba sólo por ocio a través de sitios de ropa femenina, la publicidad era llamativa e incitante y yo, atraída por la curiosidad, empecé a revisar las dichosas “ofertas” cuando sin darme cuenta, empezó a despertar dentro de mí el conocido cosquilleo de la ansiedad compradora. Me detuve, respiré profundo y comencé a pensar en éstas ideas que espero les sean de utilidad.

Lo que la vida te enseña, que pudiera parecer evidente y no está de más recordar.

La presión durante las rebajas es tal que puedes acabar comprando algo que no usarás con regularidad (o que terminará arrumbado al fondo del closet), fuera de tu estilo, talla o necesidades, aguas!

A veces, por no tener claro lo que necesitas, dudas  o dejas ir artículos que realmente eran una buena adquisición o, posiblemente acabas comprando otros que al llegar a tu casa dices “cómo pude haber comprado esto?” Yo prefiero hacer una lista de las cosas que realmente necesito, la voy llenando a lo largo del año y siempre la llevo en mente, así cuando tengo una de ellas frente a mí (y con precio competente) es más fácil para mi radar identificarla.

Remedio contra el auto-sabotaje

Haz un PRESUPUESTO PREVIO de lo que puedes gastar y lleva tus tarjetas lo más limpias de deudas posible. Trata de no manejar efectivo,  el débito es mucho mejor, hay una frase que dice “cuando cuidas los centavos, los pesos se cuidan solos”.

Desecha lo que ya no usas

Es importante deshacerte de lo que ya no te pones o lo que ya no sirve antes de comprar. Un gesto amigable con tu entorno es, si las cosas están en buenas condiciones, canalizarlas a un lugar donde todavía puedan ser útiles para alguien.  Si vas a deshacerte de electrodomésticos, vidrio, ropa o muebles, investiga si hay depósitos especiales para ello, no todo puede acabar en la basura. El sacar lo que ya no usas te permite darte cuenta de lo que realmente necesitas y abrir espacio para que llegue lo nuevo.

Rebajas o espejismos?

Saber el precio real de las cosas es  una buena ayuda, así conoces exactamente de cuánto es la rebaja y si vale o no la pena. Muchos comerciantes inflan sus precios para hacerte sentir que son buenas oportunidades cuando en realidad no lo son.

Todo llega a quien sabe esperar… y comprar

Evita hacer compras de pánico en épocas festivas previas. Memoriza cuándo comienzan las rebajas en tus tiendas de preferencia, unas empiezan pasando navidad, otras en enero, algunas incluso a inicios de febrero, la clave es llegar a tiempo para no encontrar los artículos escogidos. Ten paciencia, algunos comercios guardan un mínimo de stock para que sus aparadores no se vean tan vacíos al inicio de año, descifra la estrategia de ventas de tu tienda y adelante.

Ir de compras de buenas

Cuando yo voy de shopping me gusta hacerlo con buena actitud: con la seguridad de que voy a encontrar lo que busco, o algo mejor. Es fundamental estar consciente de  mi talla y estilo. Los espejos de los probadores pueden desalentarnos. Si algo de tu físico no te agrada, o lo cambias o lo aceptas. A veces, el enfrentarse con el espejo del probador nos hace ponernos tristes o enojarnos con nosotras mismas, ésta no es la intención al ir de compras, hay que relajarse, ser objetivas con la auto-crítica y tomar las medidas necesarias.

Más vale sola que mal acompañada

Sola o acompañada, la clave es poder tomarse el tiempo para reflexionar. Date un espacio temprano, entre semana y sin prisas. Si decides ir con alguien, que sea una persona que disfrute ir de compras para que no te esté presionando con el tiempo o pueda darte una opinión objetiva si la necesitas.

No hagas ahorros mal entendidos

Una prenda que necesita OTRA  para verse bien NO es una buena inversión. Comprar zapatos en un número que no es el tuyo por aprovechar la “oferta” NO es negocio. Revisa bien tus artículos, un objeto dañado puede contar con un atractivo descuento pero cuidado con gastar más en la reparación, como dicen por ahí, puede salir más caro el caldo que las albóndigas.

Si te genera culpa gastar o postergas en lugar de realizar una compra que necesitas (que no pone en riesgo tu economía) al final, acabarás gastando más y comprando mal por la urgencia.

Por el contrario, si tienes la manita ligera para firmar, antes de comprar, SIEMPRE pregúntate: cómo andan tus finanzas personales, si  ya tienes algo parecido, qué tanto te hace falta, qué te pasará si no lo tienes  o si no estás tratando de llenar un vacío con cosas materiales. No caigas en el juego del consumismo.

Lo ideal es comprar sólo lo que necesitas, en el tiempo en el que se presenta la oportunidad, no siempre tiene que ser durante las REBAJAS. Visitar las tiendas frecuentemente (físicas o en línea) puede ser un buen ejercicio para conocer los precios reales y comparar calidad entre las marcas. Que no te de flojera pero OJO, no tienes que salir con algo cada vez que vayas y lo màs importante: no se va a acabar el mundo si no lo compras. :)

Meg