El encanto de un « Salon de thé »

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Salon de thé et macarons

El hábito de tomar el té no es meramente francés. El té fue introducido en Francia por los jesuitas en el siglo XVI para ser usado como digestivo. Pero su origen es milenario y oriental, fueron los chinos a quienes se les atribuye su descubrimiento. Yo pienso que en todas las culturas existe un equivalente. Pero no viene al caso debatir sobre ello, sino descubrir los aspectos que caracterizan el “tomar el té a la francesa”.

Visitar un “salon de thé français”  es una de esas experiencias que se comprenden mejor en la práctica y que se puede llegar a disfrutar enormemente.

Como bien anuncia el nombre, la especialidad aquí es el té. No se descarta claro está, la existencia de otras bebidas en el menu pero, desde mi punto de vista, pedir un capuccino en un lugar como estos, es desperdiciar la oportunidad de descubrir.

Los salones de té parisinos son diversos : los hay hipsters de corte intelectual, árabes, orientales, juveniles, bohemios, los del quartier (del barrio), los turísticos (por lo general clichés y más costos de lo normal) y los BCBG(bon chic, bon genre que es algo así tirándole a burgués).

Saber qué pedir, no quemarse las manos con la tetera, el encanto de la vajilla abuelezca y la selección des “pâtisseries ou gourmandises” para acompañar la bebida,  puede resultar confuso desde el principio si no estamos habituados.

La carta es un juego de palabras donde, desde el inicio, se presenta un dilema crucial que va más allá de saber o no francés : decidir entre “thé ou infusion” .

Aunque a simple vista la única diferencia pueda parecer el precio (un thé es en general más costoso que una infusion) trataré de compartir aquí lo que he aprendido sobre cómo diferenciar estos ambiguos conceptos:

El Té – thé : Es una mezcla de hierbas, raíces u hojas que contienen teína y que, gracias a que es adicionada con agua y/o otros líquidos se convierte en una bebida estimulante.

“El tecito” – Tisane : Es una mezcla de hierbas o flores (secas o recién cortadas) de tipo medicinal que puede prepararse en agua -fría o caliente- y a través de diferentes métodos. En México tenemos una gran variedad, desde aquellas que sirven para calmar los nervios hasta las que “asientan la pancita o curan un empacho”.

La Infusión – Infusion : Es la clásica bolsita que contiene hierbas o flores secas (medicinales o no) y que se deposita directamente en la taza, a la cual se le agrega agua caliente y que por lo general rinde para preparar 1 bebida. La bolsita puede retirarse de la taza en cualquier momento dependiendo del nivel de intensidad deseado.

En un salon de thé parisien, el té se presenta en una “bouilloire”  es decir, una tetera que conservará al máximo la temperatura caliente del agua. Esta viene con un filtro interno en el cual YA reposa la mezcla de té seleccionada. Rinde 2 ó mas tazas . El servicio puede comprender un recipiente adicional con agua natural caliente. La dinámica consiste en añadir a nuestra taza el té contenido en la bouilloire y mezclarlo con un poco de agua si se desea. Esto se hace para rebajar el sabor ya que, por lo general, el té resulta mas concentrado que la infusión.

Algo que me fascina de la experiencia, es que se pueden encontrar los cubitos de azúcar para endulzar :) aunque yo no gusto de endulzar el té, debo confesar que tienen su encanto.

Como cortesía de la maison de thé (del establecimiento), una galletita de mantequilla va incluída con el té. Pero, para acompañar el thé à la française, nada mejor que hacerlo con una patisserie clásica y muy francesa :“les macarons” de los cuales escribiré más adelante.

 

Nota adicional : Este es el proceso típico de las “maisons de thé” tradicionales, sin embargo, si en otros establecimientos al pedir té, el mesero aparece con una tetera y una bolsita no hay que pensar de inmediato que nos dieron “gato por liebre” :) . En primer lugar se verifica que la leyenda “thé” aparezca en el sobre. A continuación se deposita la bolsita en la “bouilloire” y NO en la taza.

 

Meg


Eliminando la basura mental

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Hace un mes encontré un artículo sobre la sabiduría tolteca, para mi grata sorpresa, ¡en una revista francesa de management!

El artículo se llamaba: “Mieux manager grâce à la sagesse des Toltèques” – Administrar mejor gracias a la sabiduría de los toltecas. Si bien los aspectos que menciona se enfocan a la mejora de las relaciones en el ámbito profesional, la lectura de los principios, me hizo reflexionar seriamente acerca de los resultados que produciría ponerlos en práctica para elevar nuestra calidad de vida personal.

¿A qué me refiero? hablo claro del interior pero también de las relaciones con otros, empezando por eliminar todas esas basuritas mentales que nublan nuestro juicio y que, cuando menos nos damos cuenta, nos han llenado la cabeza, haciéndonos sentir apesarados, con relaciones de baja calidad o meramente superficiales.

Los 4 acuerdos toltecas constituyen algo así como un check-list para revisar cómo andamos, para recordar y tratar de llevar a cabo, aunque fallemos algunas veces en el intento.

1. Que tu palabra sea impecable – “Lo que sale de tu boca eres tú”

 

Es una regla bastante olvidada y deformada en la práctica pues hemos dejado de poner atención a lo que decimos. Existen tres aspectos importantes:

a)      El lenguaje que usamos hacia nosotros mismos: ¿Cuántas veces al equivocarnos no nos auto-reprendemos severamente con adjetivos despectivos? “¡Qué tont@ cómo pude olvidar X cosa!” Sólo por poner un ejemplo claro, evidentemente hay palabras más floridas de acuerdo al idioma y a la situación.

b)      Lo que decimos a los demás: No ser sinceros, no ser honestos, no ser puntuales, no cumplir con lo que prometemos.

c)       La crítica:  Comer prójimo crudo… ¡exquisito!

La intención detrás de  nuestras palabras se convertirá en hábito. Y uno de los más peligrosos es: la crítica.

Una vez  escuché: “Nunca hay que faltar a una reunión porque -por los que no están- a hablar se empieza” WTF!.

La sabiduría tolteca expresa claramente que jamás se debe utilizar la palabra para denigrarse ni para denigrar a otros. Y esto es muy cierto, es impresionante la cantidad de personas que utiliza la crítica para dejar salir sus frustraciones emocionales, sus vacíos o simplemente para tener de qué hablar o encajar en el círculo…

i. Un buen ejercicio para corregirse es:

Empezar por tratar de detectar qué porcentaje de nuestras conversaciones están centradas en hablar de otros, en juzgarlos. No  importa si nos decimos a nosotros mismos que es “crítica constructiva”, no es constructiva cuando es de adentro hacia afuera, mucho menos si se hace a espaldas de alguien.

ii. Si no criticáramos no tendríamos nada que decir

Ese es el riesgo, al tratar de modificar el hábito en uno mismo, puede ser que otras personas de nuestro entorno (con las que antes solíamos criticar y encajar bien) les resulte incómodo que no les sigamos la corriente o peor aún, puede que descubramos que no tenemos conversación alguna si no se trata de hablar de otros. Este acuerdo implica no seguirle la corriente a los chismosos (no basta con evitar contar el chisme sino también evitar escucharlo).

2. No te tomes nada personal – “Ni la peor ofensa, ni el peor desaire, ni la más grave herida”

Frase que  en mi diccionario personal aparece como: “la chapuza acusa” :)

Para los que no conozcan el regionalismo (pues ni siquiera me consta que forme parte del español de México), “Chapucero” es alguien tramposo, no honesto. Esta frase apela al karma, a la segunda ley de Newton, llámele usted como prefiera.

Pero la realidad es, que si tomáramos conciencia -de que lo que cada persona dice o hace, es una extensión de ella misma, de la realidad que vive o ha vivido- comprenderíamos mejor su proceder.

Después de vivir un tiempo en un país extranjero, cuando al principio me tomaba cada experiencia de una manera tan personal, tan a pecho… y mi corazón y mente comenzaban a desgastarse decidí crear un apartado en mi cabeza llamado: “diferencias culturales” ahí trato de llevar cualquier ofensa o situación antes de que llegue a mi corazón (por más meloso que se lea) y sí, trato de vaciar ese apartado lo más rápido posible.

Si pasamos la vida cargando en la mochila de la memoria: ofensas y resentimientos (por más mínimos que sean) acabaremos siendo unos intolerantes de primera y eso que estaremos viviendo no será una vida sino un martirio (para nosotros mismos y para los que están con nosotros).

3. No hagas suposiciones – “Si tienes una duda aclara, si sospechas pregunta”

 

¿Cuántos malos entendidos y corajes nos evitaríamos si fuéramos más directos en nuestra manera de comunicarnos? La imaginación debe usarse de una manera constructiva, no para formar parte del sospechosismo de historias sin fundamentos que hacen mucho mal a la mente y nos restan credibilidad.

a)      Un cedazo de emociones, de ideas para limpiar la mente

Frases como “piensa mal y acertarás” no reflejan otra cosa más que desconfianza y pre-disposición. Antes de hacer inferencias, es mejor preguntarse si detrás de ellas existe una acción válida que sustente esa “falsa creencia”.  La intuición existe sí, pero en este caso la suposición  se acerca más a la mal pensadez.

4. Haz siempre tu mejor esfuerzo – “Si haces siempre lo mejor que puedes nunca podrás recriminarte nada o arrepentirte de nada”

 

Las basuritas mentales también se acumulan por estar pensando en nuestros “errores” del pasado. El detalle está en que un error que no se analiza queda en eso: en un desacierto, en una emoción que flagela la mente de sólo recordarlo.

a)      Tomar el tiempo para pensar

Vivir rápido no ayuda. Evadir estar a solas consigo mismo tampoco. Cuando uno analiza a detalle un “error” cometido, lo transforma en experiencia, en aprendizaje. Toda la energía que se destinaba a sentir: vergüenza, odio, coraje, se transforma en tranquilidad cuando se ha asimilado lo vivido y, lo mejor es que seguramente aprenderemos de ello en lugar de permanecer amargados.

 

Es maravilloso que los toltecas hayan establecido estos principios pero, ¿por qué los mexicanos hemos olvidado sus milenarias enseñanzas? ¿por qué me vine enterando de esto en Francia y jamás lo escuché en México?. Es curioso seguramente, pero lo cierto es que una vez consientes de estos 4 acuerdos podemos intentar llevar una vida de mayor calidad. Seguramente no será fácil pero cada día es una nueva oportunidad.

 Meg

toltecas

Para profundizar más sobre el tema sugiero el libro del Dr. Miguel Ruiz – Los cuatro acuerdos toltecas, fue él quien se dedicó a recopilar la sabiduría ancestral tolteca para darla a conocer.

 



Je l’aime à mourir – Francis Cabrel

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Para mi abue, a 5 años de tu partida. Soy mejor persona gracias a todo lo que con tu ejemplo me enseñaste.

«Elle a dû faire toutes les guerres, pour être si forte aujourd’hui, elle a dû faire toutes les guerres, de la vie, et l’amour aussi…»

«Ella debió librar todas las guerras, para ser fuerte como ahora, debió librar todas las guerras, de la vida y del amor también…»

 

Francis Cabrel – Je l’aime à mourir 


«Modosito»

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Hasta hace un tiempo, tomé conciencia de que siempre he experimentado cierta fascinación por los mininos.

Me encanta que son peludos, pachones y que se contornean de manera graciosa.

No me gusta tocarlos, sólo verlos me relaja. Amo su ronroneo y que se estiran de manera perezosa. Me desagrada que dejen pelos por doquier y su olor a polvo. Me fascinan sus patitas, sobre todo cuando son rosadas pero no soporto que sean tan volubles. No creo tener uno algún día.

El gato es un animal que puede inspirar ternura pero que no debe subestimarse jamás… y en eso nos parecemos.

 Meg