Francia golea a México… en materia de civismo

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La gente no vota porque la gente no cree. Sentimientos como apatía, decepción y la idea de que nada va a cambiar invaden la mente de una buena parte del electorado mexicano de cara a las próximas elecciones presidenciales. Lo cierto es que nada cambiará si los que podemos votar no lo hacemos.

Y es que en México, el voto es a veces erróneamente percibido como un “derecho” cuando debería más bien ser considerado un deber. Así es, y sólo quienes participan de ésta manera tienen el derecho a opinarcriticar, quejarse y no a la inversa.

Porque ya va siendo hora de que los mexicanos vayamos entendiendo que las cosas funcionan gracias al establecimiento de compromisos y no a andar dando largas como acostumbramos.

Porque en México, país donde nos distinguimos por el ingenio y la picardía que solemos atribuir a toda situación, ya es momento de empezar a ser congruentes.

Y hay que hacer hincapié en ello porque llega a ser molesto ver a tantos expresando descontento, burla, etc. sin antes haberse dado el tiempo de ir a actualizar su credencial, ver un debate o presentarse a votar el día de las elecciones.

¿ Acaso somos una sociedad sin remedio condenada a la auto-flagelación, y a ser víctimas de los gobernantes que NO elegimos sino que dejamos que otros nos elijan?

 

Me gustaría compartir una serie de diferencias que he percibido en los 2 años y medio que he pasado viviendo en Francia. Durante este escaso tiempo he notado ciertas conductas de algunos ciudadanos franceses que vale la pena mencionar:

 

–    Los franceses se quejan de todo SÍ pero también se organizan

–    Los franceses hacen huelga SÍ pero porque consideran la huelga como un medio para ser escuchados y no como un pretexto para no ir a trabajar.

–    Los franceses están acostumbrados a pagar impuestos SÍ pero también sus gobiernos muestran resultados en obra pública o beneficio social.

–    Los franceses pueden aborrecer a un candidato SÍ pero ellos salen a votar cada vez que tienen elecciones (y son dos rondas).

–    A los franceses no les gusta que les digan qué hacer SÍ, en el sentido de que ellos prefieren ir a las urnas o asistir a un mitin en lugar de que alguien más decida por ellos.

–   Los franceses discuten todo el tiempo SÍ, porque culturalmente ellos no asocian discusión con conflicto sino con intercambio de ideas, ellos están acostumbrados a debatir. Por el contrario, nosotros los mexicanos culturalmente tendemos a ligar discusión con conflicto, por eso la evitamos, llegando incluso a aceptar la idea contraria para no «hacerla de cuento».

–    Los franceses tienen una vida asociativa activa, hay grupos formalmente constituidos, de todo tipo, que gozan del estatus de “Asociación”. Este factor denota: el interés por una idea, el trabajo colectivo para desarrollar un proyecto común y la capacidad de organización entre individuos, lo que incluye informarse y respetar reglas.

 

–    En Francia la juventud parece menos aletargada y más participativa en la vida política. Es más común ver jóvenes que se informan, se apasionan e intercambian entre ellos sus ideas, o al menos que estén enterados de lo que pasa en su país.

La juventud mexicana está más interesada en lo “people”, en el “show business”, en hablar de lo qué pasó el fin de semana, del lugar de moda, etc. y esto no está mal pero pareciera que es lo único que les importa. Los jóvenes mexicanos son alérgicos a tocar el tema político porque están decepcionados de la situación del país. Nunca empezaron a creer en él cuando ya habían dejado de creer en él.

 

Si nosotros queremos cambiar a nuestro país podemos empezar participando, involucrándonos en la vida política que es pública y nos concierne a todos. Opinando, conociendo y eligiendo a nuestros candidatos por medio del voto.

Es evidente que en esta época es mucho más fácil tener acceso a la información gracias a las redes sociales, mismas que han servido como detonante de movimientos sociales en otras partes del mundo, debemos entonces darles un uso sabio en México, y no sólo como vitrinas para el ego y los últimos chistes.

Pretextos para no participar siempre sobrarán, siempre habrá a quién o a qué echarle la culpa. Sin embargo, no hay que olvidar que el país que tenemos es nuestra única realidad; hacerlo un lugar más justo, menos discriminatorio y más participativo nos corresponde a todos los mexicanos.

Meg